



Las boletas de luz y gas volverán a llegar con aumentos. Las tarifas suben desde el primer día del mes. El ajuste fue aprobado por el Gobierno y publicado en el Boletín Oficial. El Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE) confirmó una suba del 1,7% en la luz. La Secretaría de Energía dispuso un incremento del 1,8% en el gas. Ambas resoluciones fueron firmadas y ya se encuentran vigentes.
Los aumentos impactan en un contexto de emergencia energética. El Gobierno prorrogó esa emergencia hasta julio de 2025. También postergó para mayo la Revisión Tarifaria Quinquenal. Mientras tanto, las subas se aplican mes a mes. Se autoriza a las empresas a trasladar parte de sus costos a los usuarios. Cada mes, los hogares deben reorganizar sus gastos para cubrir servicios esenciales.
El ministro de Economía, Luis Caputo, solicitó formalmente las subas. Lo hizo mediante una nota dirigida a la Secretaría de Energía. Allí se expone la necesidad de avanzar con la “corrección de precios relativos”. Se considera que las tarifas aún están por debajo de los niveles deseados. El objetivo del Ejecutivo es reducir subsidios y acercar los valores locales a los precios internacionales.
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La distribución y el transporte de gas también fueron alcanzados. El precio del gas en el Punto de Ingreso al Sistema de Transporte (PIST) fue ajustado. El aumento llegó al 2,5%. Se aplicará en toda la cadena de facturación. Las empresas prestatarias trasladarán los valores al usuario final. La diferencia se notará desde este mes en las boletas.
El aumento de tarifas se suma a otros incrementos. Abril no dio tregua. El precio de los combustibles volvió a subir. Las estaciones de servicio ajustaron los valores desde el primer día del mes. La empresa YPF aplicó un incremento promedio del 2%. Se espera que las demás compañías se sumen. El ajuste ya impacta en surtidores de todo el país.
El precio de la nafta condiciona al resto de la economía. El transporte de productos también sube. Los costos logísticos se elevan de manera automática. La cadena comercial completa empieza a remarcar. El precio final de los alimentos y bienes de consumo vuelve a subir. No hay contención en el mercado ni control sobre los efectos de la suba del combustible.
Los servicios de salud también aumentaron. Las prepagas retomaron la actualización de sus cuotas. En marzo habían postergado los ajustes. Ahora aplican subas del 2% en promedio. Algunos planes alcanzan un 2,8%. Los nuevos valores ya se ven en las facturas de abril. El costo de la atención médica vuelve a presionar sobre los ingresos familiares.
Las familias argentinas enfrentan un escenario complejo. Cada mes deben reorganizar sus gastos. Las subas son constantes. No hay margen para planificar. La inflación se traslada de forma inmediata a todos los rubros. Luz, gas, transporte, salud, alimentos. Todo sube. Nadie baja precios. Los salarios no acompañan ese ritmo.
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El Gobierno insiste en la política de corrección tarifaria. No hay señales de freno. Las decisiones se toman por resolución. No se presentan planes de contención. No se ofrecen herramientas de protección para los usuarios. El ajuste avanza de forma directa y sostenida. La planificación económica doméstica se vuelve imposible.
El impacto es mayor en hogares de ingresos bajos y medios. Las subas afectan servicios básicos. No se puede prescindir de la electricidad, el gas o el transporte. Tampoco de la salud. Cada aumento representa una pérdida real. La inflación no permite margen. El poder adquisitivo se erosiona día a día.
El valor del boleto de colectivo también podría subir. Algunas ciudades ya anticipan nuevos incrementos. El traslado de los costos del combustible golpea a los sistemas de transporte urbano. Las autoridades locales evalúan actualizar las tarifas para cubrir gastos operativos. El usuario volverá a pagar la diferencia.
Abril se convierte en otro mes difícil. Las medidas oficiales no dan señales de alivio. El relato de contención no se sostiene. Los aumentos llegan sin pausa. El bolsillo no resiste. La inflación continúa como el mayor problema económico del país.
Las consultoras privadas proyectan un abril inflacionario. Los números ya anticipan una suba fuerte. Los precios regulados empujan hacia arriba. Los alimentos también seguirán ese camino. No se prevé un freno en el corto plazo. Las expectativas empeoran.
El discurso oficial repite que los ajustes eran necesarios. Se insiste en la herencia recibida. Se apela a la sinceridad tarifaria. Pero la realidad cotidiana muestra otra cosa. La gente no llega. La angustia aumenta. La tolerancia social se reduce.
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Los servicios públicos ya no se consideran accesibles. La electricidad se volvió un lujo. El gas se paga con esfuerzo. La salud privada se volvió impagable. El transporte es cada vez más caro. Los ingresos no alcanzan. Los hogares se endeudan para cubrir lo básico.
El mes recién empieza. Las subas ya están aplicadas. Las boletas llegarán en breve. Las familias ajustarán de nuevo. Se priorizará lo urgente. Se postergará lo importante. La rueda de la inflación gira sin control.
El Gobierno no anunció medidas de compensación. No se activó ningún plan de ayuda directa. No se anunciaron bonos ni descuentos. Tampoco programas de alivio tarifario. La política de ajuste avanza sin anestesia.
El mercado interno se debilita. El consumo cae. Los comercios registran menos ventas. La producción se frena. El panorama se torna más incierto. La economía no reacciona. La inflación no cede.
Los precios relativos siguen en revisión. Eso justifica nuevos aumentos. La lógica del ajuste se mantiene. El Gobierno prepara más subas para los próximos meses. El calendario energético y fiscal ya prevé otros incrementos. El bolsillo tendrá nuevos golpes.
El impacto psicológico también se siente. La sensación de incertidumbre crece. No hay previsibilidad. No hay freno. La inflación dejó de ser una cifra. Es una presencia cotidiana. Es parte de la rutina.
Las familias argentinas esperan respuestas. Necesitan estabilidad. Necesitan previsión. Necesitan saber cuánto cuesta vivir. Hoy no lo saben. Hoy solo se enteran cuando llegan las boletas. O cuando suben los surtidores.