


El gobierno de Río Negro quiere entender cuánto daño genera la fauna invasora en la economía provincial. El primer paso será estudiar el impacto del jabalí, una de las especies más problemáticas para la producción. La iniciativa parte del Ministerio de Desarrollo Económico y Productivo, que articula con la Subsecretaría de Enlace con las Universidades y con especialistas del CONICET Patagonia Norte.
El estudio apunta a cuantificar las pérdidas económicas, los efectos en la sanidad rural y los impactos sobre el ambiente. También busca herramientas de gestión que permitan frenar el avance del animal en distintas zonas productivas. La especie exótica se expandió en los últimos años y afectó desde la ganadería hasta la producción frutícola, con daños cada vez más graves.
El ministro Carlos Banacloy remarcó la necesidad de sumar evidencia científica al diseño de políticas públicas. Señaló que el estudio permitirá “planificar mejor y cuidar el trabajo de quienes producen en la provincia”. La frase marcó el tono del anuncio oficial, que incluyó también una reunión con la subsecretaria Daiana Neri y referentes del sistema científico regional.
El jabalí representa una de las mayores amenazas actuales para el campo. Se adapta con facilidad, daña el suelo, rompe alambrados, arrasa cultivos y puede transmitir enfermedades a animales domésticos. Productores rurales ya habían reclamado respuestas ante el avance de esta especie, que ahora será objeto de un abordaje técnico, territorial y coordinado.
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Banacloy y Neri avanzaron en los términos de referencia del trabajo. El enfoque será integral. Incluirá variables económicas, ambientales y sociales. La intención es cubrir distintas regiones de la provincia con una mirada sistemática. El convenio con el CONICET está en proceso de elaboración. Será el instrumento formal para lanzar el relevamiento.
La primera etapa del estudio se centrará en la especie jabalí. No descartan ampliar el análisis a otras especies invasoras. Pero el punto de partida será el animal que hoy más afecta la matriz productiva. Los daños se registran en valles frutícolas, zonas de cría extensiva y áreas con producción mixta.
La articulación con las universidades aportará capacidad técnica, logística y territorial. También facilitará el trabajo de campo y el procesamiento de datos. Desde la Subsecretaría de Enlace afirmaron que el rol de la academia será clave para obtener información confiable y útil para la toma de decisiones.
Neri explicó que el problema del jabalí no es nuevo. Pero sí se agravó. “La falta de información impide diseñar respuestas eficaces. Esta iniciativa busca cerrar esa brecha”, sostuvo. El estudio permitirá estimar pérdidas económicas, mapear zonas críticas y sugerir medidas para mitigar el impacto.
El CONICET Patagonia Norte se sumará con su equipo de investigadores. Aportará metodologías, experiencia técnica y estudios previos sobre fauna y territorio. Su participación se enmarca en una agenda común con el Estado provincial para poner la ciencia al servicio de las políticas públicas.
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La Secretaría de Energía y Ambiente también participará del proyecto. Será parte del equipo interinstitucional que impulsará el relevamiento. El trabajo cruzará datos económicos con indicadores ambientales, registros productivos y estudios de biodiversidad. La intención es tener una imagen lo más completa posible de la situación actual.
Los daños por jabalíes se volvieron recurrentes en varias zonas rurales. En muchos casos, los productores no logran recuperar lo perdido. Las técnicas de control no alcanzan. Los métodos tradicionales resultan insuficientes frente a la velocidad de reproducción y expansión de la especie.
El estudio permitirá estimar el costo económico del daño y del control. Esa información será clave para definir el rumbo de las políticas públicas. También facilitará la asignación de recursos, el diseño de programas y la articulación con municipios y entidades rurales.
Los técnicos del Ministerio ya recopilaron antecedentes locales. Pero hasta ahora no existe un estudio de alcance provincial con sustento científico. El trabajo con el CONICET cubrirá esa necesidad. También establecerá una línea de base para monitoreos futuros.
La producción frutícola aparece como uno de los sectores más golpeados. El jabalí daña frutales, sistemas de riego y caminos. También interfiere en las labores de cosecha. Los pequeños productores sienten con más fuerza el impacto, porque no siempre pueden afrontar los costos de reparación o protección.
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En la ganadería, los problemas también son crecientes. El animal destruye alambrados, abre caminos, ahuyenta vacas y terneros. En algunos casos, las pérdidas alcanzan el 20 por ciento del stock. Las asociaciones rurales piden acciones concretas para frenar el avance.
El estudio contemplará la opinión de productores y referentes locales. Se realizarán entrevistas, talleres y consultas en el territorio. La mirada de quienes enfrentan el problema todos los días será parte del diagnóstico.
El trabajo se proyecta como una herramienta para el diseño de políticas públicas basadas en evidencia. El gobierno quiere dejar atrás la improvisación. Busca respuestas sólidas, técnicas y ajustadas al contexto real.
La expansión del jabalí no se detuvo en los últimos años. La especie encontró condiciones favorables para reproducirse. La falta de control y la ausencia de depredadores naturales facilitaron su crecimiento.
Los investigadores señalan que el jabalí es una de las especies invasoras más difíciles de controlar. Por su adaptabilidad, su agresividad y su capacidad para moverse en distintos ambientes. En algunos países, el problema ya adquirió dimensiones estructurales.
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Río Negro quiere anticiparse a ese escenario. Por eso busca herramientas de gestión antes de que el daño se vuelva irreversible. La decisión de estudiar el tema forma parte de una estrategia de mediano plazo.
El Ministerio proyecta compartir los resultados con otros organismos. También se buscará difundir la información entre productores, técnicos y municipios. La idea es que el conocimiento científico no quede encerrado en informes.
El estudio también servirá para evaluar medidas de control posibles. Desde cercos eléctricos hasta planes de erradicación. Cada alternativa se evaluará según su viabilidad, su costo y su impacto.
Banacloy insistió en el rol de la ciencia. “Queremos planificar mejor. Y eso requiere datos. Conocer. Entender. Para no improvisar más”, afirmó. El ministro considera que el estudio será un punto de inflexión en la forma de abordar el problema.
Los primeros resultados podrían estar antes de fin de año. Dependerá del ritmo del relevamiento, las condiciones del terreno y la firma del convenio con CONICET. El trabajo requerirá salidas de campo, procesamiento de datos y validación de información.
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La articulación con universidades locales permitirá fortalecer el trabajo territorial. Las casas de estudio ya tienen presencia en muchas regiones productivas. También cuentan con estudiantes y profesionales en formación que podrán sumarse al proyecto.
Los actores del sistema científico celebraron la iniciativa. Destacaron que se trata de una demanda real, urgente y con impacto directo en la vida cotidiana. También valoraron el gesto político de abrir espacios para el conocimiento en la gestión.
La provincia de Río Negro marca un rumbo con esta decisión. Pone la ciencia al centro de las políticas públicas. Y reconoce que los problemas complejos requieren respuestas técnicas, articuladas y basadas en información real.
El avance del jabalí afecta a todos los niveles de la producción. Desde el productor familiar hasta las grandes explotaciones. También impacta en la biodiversidad y en los servicios ecosistémicos. El estudio quiere dimensionar todo eso y marcar el camino hacia una solución duradera.



