


El primer trimestre de 2025 golpeó fuerte a las grandes fortunas del mundo. Catorce de los veinte multimillonarios más ricos vieron caer sus patrimonios. La volatilidad financiera dejó marcas profundas en sus cuentas. El caso más impactante fue el de Elon Musk.
Musk perdió 116 mil millones de dólares en solo tres meses. Tesla retrocedió. Las acciones se desplomaron un 45 % desde su pico de diciembre. El mercado respondió mal. Las ventas bajaron. La producción se frenó. Las protestas crecieron.
“Me está costando mucho”, dijo Musk sobre su rol político. Se involucró con Donald Trump. Encabezó planes para achicar el Estado. Esa exposición tuvo consecuencias. Afectó su imagen y la de Tesla. Las críticas no tardaron en llegar.
Las estaciones de carga de Tesla sufrieron ataques en Estados Unidos. También hubo daños a vehículos en otros países. Usuarios desconfiaron. Vincularon a la empresa con decisiones políticas. La marca empezó a perder respaldo popular.
Tesla entregó solo 336.681 autos en el trimestre. Es el número más bajo desde 2022. El dato alarmó al mercado. Analistas corrigieron expectativas. Inversores vendieron. La caída fue directa. No hubo tiempo para maniobras de contención.
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El caso de Larry Ellison también fue llamativo. El fundador de Oracle perdió 30.300 millones de dólares. Sus acciones cayeron fuerte en diciembre. Los ingresos no alcanzaron las previsiones. El mercado castigó de inmediato.
En este escenario, algunos pocos ganaron. Warren Buffett sumó 24.300 millones en el mismo período. Bill Gates también avanzó. Agregó 2.030 millones a su fortuna. Ambos eligieron caminos distintos al de Musk.
Buffett mantuvo su línea tradicional. Evitó las polémicas. Apostó por sectores estables. Berkshire Hathaway creció en plena tormenta. La gestión conservadora resultó más efectiva que el riesgo disruptivo.
Bill Gates siguió ampliando su presencia en nuevas áreas. Salud, tecnología verde y educación. Sus movimientos financieros fueron más discretos. La diversificación protegió su capital.
El panorama latinoamericano mostró otros nombres en alza. Varios empresarios aumentaron sus patrimonios. La región vivió un trimestre menos turbulento en términos financieros. Algunos lograron ganancias significativas.
Marcel Telles ganó 1.010 millones. Su fortuna ahora suma 10.500 millones. Inversiones en consumo masivo sostuvieron su crecimiento. Mantuvo distancia de conflictos políticos.
Marcos Galperin también escaló posiciones. El fundador de Mercado Libre sumó 839 millones. Cerró el trimestre con 8.780 millones. El comercio digital mantuvo su fuerza. El e-commerce resistió la inestabilidad.
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Carlos Slim aumentó su riqueza en 1.400 millones. Alcanzó los 82.000 millones de patrimonio. Sus empresas de telecomunicaciones mostraron solidez. El magnate mexicano sigue entre los más poderosos del mundo.
Germán Larrea subió 1.450 millones. Dueño de Grupo México, se fortaleció con los precios de los minerales. La minería mantuvo niveles altos de rentabilidad. La diversificación fue clave.
Alejandro Santo Domingo y su familia crecieron 1.490 millones. Cerraron el trimestre con 15.200 millones. Sus inversiones en bebidas y medios resultaron estables. El bajo perfil ayudó.
Iris Fontbona y su familia sumaron 1.740 millones. Llegaron a 30.300 millones. La industria minera en Chile siguió siendo rentable. Mantuvo posiciones firmes.
Jorge Paulo Lemann agregó 2.380 millones. Su capital alcanzó los 23.500 millones. El rubro alimenticio y el financiero sostuvieron su alza. Supo adaptarse al momento.
Jaime Gilinski ganó 3.480 millones. Subió a 12.300 millones de patrimonio. El colombiano aprovechó movimientos bancarios. Inversiones ágiles y bien posicionadas.
El mapa global de los ricos se movió. Algunos cayeron. Otros crecieron. La política jugó un rol central. Las decisiones personales tuvieron impacto financiero. Elon Musk quedó como símbolo de ese cruce.
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Su vinculación con el Gobierno de Trump generó rechazo. En el sector empresarial, la neutralidad política suele ser regla. Musk la rompió. Apostó a un modelo de intervención directa. No funcionó.
Las consecuencias no solo fueron económicas. Tesla perdió imagen. La marca sufrió cuestionamientos. La fidelidad de los usuarios bajó. Los analistas ya hablan de crisis reputacional.
Musk admitió las dificultades. “Ser parte del gobierno de Trump me está costando mucho”, repitió. El comentario recorrió medios de todo el mundo. Confirmó lo que muchos ya observaban.
El caso sirve como advertencia. La mezcla entre negocios y política puede ser explosiva. Especialmente en contextos polarizados. Las decisiones empresariales se evalúan también desde lo simbólico.
Los ganadores del trimestre apostaron por la prudencia. No buscaron protagonismo mediático. Se enfocaron en sectores sólidos. Priorizaron la estabilidad antes que la exposición. El resultado fue positivo.
El informe financiero marca un quiebre. El modelo Musk dejó de ser infalible. La narrativa del genio disruptivo ya no alcanza. El mercado exige resultados, no relatos.
Las próximas semanas serán clave. Tesla deberá recuperar ventas. Musk deberá revisar su estrategia. El capital reputacional también necesita gestión. No se repara solo con plata.
En América Latina, los nombres propios siguen en crecimiento. La región ofrece oportunidades. También exige inteligencia y paciencia. Los multimillonarios locales parecen haberlo entendido.
Mientras tanto, Elon Musk mira los números. Perdió más de lo que muchos jamás tendrán. El poder económico no garantiza inmunidad. Las decisiones tienen consecuencias.
Los ricos también tiemblan. El 2025 ya lo dejó claro.



