



Con la cuenta regresiva en marcha y en medio de un escenario social, económico y político convulsionado, el paro general convocado por la CGT para este jueves 10 de abril empieza a mostrar señales de fragilidad. En la antesala de la medida, varios dirigentes sindicales reconocen que la protesta pierde fuerza y que su efectividad podría verse seriamente disminuida, sobre todo tras la decisión del gremio de los colectiveros (UTA) de no adherir.
La postura de la UTA —comunicada formalmente a la Casa Rosada por su titular, Roberto Fernández— fue interpretada por varios sectores como un golpe letal. Sin paralización del transporte, millones de trabajadores podrán asistir a sus empleos, lo que pone en duda el nivel de acatamiento esperado por la central obrera. En ese sentido, desde la propia CGT admiten que el clima previo está “frío” y sin respaldo visible.
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A lo interno, la convocatoria al paro nació dividida. Algunos de los gremios más influyentes, como UOCRA, UPCN y Sanidad, se mostraron escépticos desde el inicio. El gastronómico Luis Barrionuevo se desmarcó abiertamente, calificando la medida como “inconsulta” y sin un objetivo claro. Mientras tanto, otros sectores, como los petroleros de Neuquén, directamente afirman que la CGT ya no los representa.
Aunque oficialmente se esgrimen motivos como el reclamo de paritarias libres, el rechazo a una posible reforma laboral y el pedido de subas en jubilaciones, desde los propios pasillos sindicales cuestionan que no hubo una campaña clara de explicación ni se exploraron antes caminos de diálogo con el Gobierno.
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El trasfondo político también se cuela en el análisis. El malestar de algunos sectores con la falta de espacios en listas electorales dentro del armado peronista —especialmente en la ciudad de Buenos Aires— podría haber influido en la urgencia por llamar a una huelga.
A esto se suma la amenaza de multas millonarias si gremios con conciliación obligatoria vigente, como la UTA, se suman a la protesta. Aunque algunos dirigentes aún dejan abierta una puerta a la adhesión “si desde el Gobierno hay alguna provocación”, por ahora el panorama es de fragmentación, dudas y desgaste.
Foto: Clarín



