



El papa Francisco, de 88 años, sorprendió al recibir sin oxígeno al rey Carlos III y a la reina Camila en el Vaticano, en una imagen que recorrió el mundo. El encuentro fue interpretado como un gesto de fortaleza en medio de su recuperación por una doble neumonía.
Tanto el pontífice como el monarca británico atraviesan procesos delicados de salud, lo que le dio al encuentro un valor simbólico profundo.
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Sin embargo, menos de 24 horas después, el papa volvió a necesitar asistencia respiratoria. Fue durante una visita no programada a las obras de restauración en la Basílica de San Pedro, donde debió usar oxígeno para desplazarse. El entorno, de mayor exigencia física, obligó a reforzar los cuidados médicos.
La escena quedó registrada por la agencia ANSA, que destacó la emoción del pontífice durante el recorrido. Francisco saludó personalmente a las restauradoras que trabajan en el lugar y se detuvo a rezar ante la tumba de Pío X, lo que generó una atmósfera cargada de solemnidad. “Se mostró muy emocionado, saludó a las restauradoras y rezó ante la tumba de Pío X”, informaron desde el Vaticano.
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Uno de los testigos del momento fue monseñor Valerio Di Palma. Visiblemente conmovido, expresó: “Mi visión se nubló por las lágrimas, ni siquiera pude tomar una foto”. Su testimonio reflejó la mezcla de fragilidad y voluntad que transmite la figura del papa en este tiempo.
La imagen sin oxígeno junto a Carlos III fue cuidadosamente difundida por el Vaticano. Funcionó como un mensaje diplomático y pastoral: mostrar a Francisco en pie, sin asistencia, junto a otro jefe de Estado también en tratamiento médico. La fotografía rápidamente se viralizó como símbolo de cercanía, superación y diálogo entre credos y culturas.
No obstante, el requerimiento de oxígeno al día siguiente evidencia los límites físicos del pontífice. Aunque hay señales de mejoría tras su internación, la salud de Francisco sigue siendo una preocupación para su entorno y para los fieles. Las apariciones públicas, cada vez más medidas, se manejan con extrema precaución.
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El regreso del sumo pontífice a sus actividades representa un equilibrio delicado entre deber institucional y cuidado personal. Su agenda se dosifica día a día, con espacios para el descanso y la rehabilitación. Los médicos siguen su evolución de cerca, conscientes de que cualquier sobreesfuerzo puede ser contraproducente.
El papa había permanecido internado cinco semanas por una doble neumonía. Desde su alta, su exposición pública había sido mínima. Por eso, el gesto de recibir a Carlos III sin oxígeno fue leído como un intento de enviar una señal al mundo.
En paralelo, la Casa Real británica atraviesa su propio momento de salud compleja. Carlos III se encuentra bajo tratamiento por un tipo no especificado de cáncer, y ha reducido su presencia en actos oficiales. El cruce entre ambos líderes fue, en ese sentido, una postal humana de vulnerabilidad compartida.
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A nivel diplomático, el encuentro entre Francisco y Carlos III también marcó un acercamiento en tiempos sensibles. El Vaticano mantiene relaciones estables con el Reino Unido, y la reunión sirvió para reforzar vínculos históricos y culturales. La cordialidad del momento fue resaltada por ambos entornos.
El futuro de la actividad papal dependerá, como reconocen en Roma, de su evolución clínica. Mientras tanto, Francisco parece decidido a mantenerse presente. Su imagen, entre la fragilidad y la convicción, sigue siendo un faro para millones.
Fuente: N A



