


El inicio de la Fase 3 del programa económico del Gobierno nacional trajo consigo cambios significativos en el régimen cambiario y en la política monetaria, con efectos directos sobre el sector agropecuario. La eliminación del dólar blend, la instauración de bandas cambiarias y la flexibilización del acceso a divisas configuran un nuevo escenario para la toma de decisiones en el agro argentino.
Uno de los cambios más relevantes es el fin del régimen 80/20 conocido como dólar blend, que permitía a los exportadores liquidar una parte de sus ventas al tipo de cambio financiero. Con su eliminación, los ingresos por exportaciones estarán sujetos exclusivamente al dólar oficial, lo que podría afectar el poder de compra en dólares si el tipo de cambio queda rezagado.
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Ante este panorama, se espera una mayor utilización de instrumentos de cobertura en mercados a término y una planificación financiera y fiscal más precisa, especialmente en empresas que operan con márgenes estrechos.
Por otra parte, el nuevo esquema de bandas cambiarias establece un piso de $1.000 y un techo de $1.400 para el dólar, con un ajuste mensual del 1 %. Esto introduce una mayor previsibilidad, aunque sin garantía de estabilidad total.
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Esta modalidad puede beneficiar la planificación de compras de insumos importados, como fertilizantes, maquinaria o agroquímicos, fundamentales para el rendimiento productivo, especialmente en campañas de alto riesgo climático.
En paralelo, se flexibilizan los pagos de importaciones, lo que significa menores demoras en la adquisición de bienes, servicios y equipos del exterior. Esto representa una mejora concreta para las MiPyMEs del sector, que dependen de la agilidad logística para no comprometer sus ciclos productivos.
Otro punto destacado es que a partir de los balances iniciados en 2025 se permitirá el giro de dividendos a accionistas no residentes. Esta medida puede fomentar alianzas internacionales y potenciar la participación de capital extranjero en proyectos agroindustriales, como pools de siembra, frigoríficos o biotecnología aplicada al agro.
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Además, la posibilidad de cancelar deudas preexistentes y dividendos impagos con bonos BOPREAL brinda a las empresas una herramienta para ordenar su situación financiera y restablecer relaciones comerciales con proveedores o casas matrices.
Desde el punto de vista monetario, la política adoptada es más contractiva, con tasas reales positivas y sin financiamiento al Tesoro. Esto encarece el crédito, pero genera un entorno más previsible para la planificación de mediano plazo. Se recomienda un uso más profesional del capital de trabajo, estructurando fondos rotatorios o esquemas internos de financiación.
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Finalmente, el refuerzo de reservas internacionales —mediante acuerdos con el FMI, multilaterales y un swap con China por USD 28.100 millones— mejora la liquidez futura del sistema y abre posibilidades de financiamiento externo. Para aprovechar este entorno, las empresas del agro deberían formalizar sus balances y preparar proyectos sólidos para aplicar a nuevas líneas de crédito.
Fuente: analista ejecutivo Lic. Satorre


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