


Argentina se consolida como uno de los mayores productores de huevos de América Latina. En 2024 alcanzó una producción de 17.432 millones de unidades, según el Instituto Latinoamericano del Huevo.


El país ocupa el cuarto lugar regional, detrás de Brasil, México y Colombia. La estructura de producción es eficiente, intensiva y tecnificada. Tiene potencial exportador que aún no se concreta.
El consumo interno supera los 325 huevos por persona al año. Se ubica por encima del promedio global y también del promedio latinoamericano. El huevo se impone como proteína económica y accesible.
A pesar del volumen, Argentina exporta apenas el 2,07% de su producción. Las condiciones sanitarias y logísticas permitirían una mayor presencia en el mercado internacional. Pero los envíos siguen estancados.
Brasil y República Dominicana lideran el comercio exterior del sector. Argentina queda relegada, a pesar de contar con infraestructura y volumen. No logra consolidarse como proveedor global de huevo fresco ni industrializado.
Javier Prida, de CAPIA, coordinó el informe regional. Sostuvo que la región puede crecer si fortalece la trazabilidad, la sanidad y los acuerdos comerciales. “Es clave mirar a África, Asia y Medio Oriente como mercados de oportunidad”, afirmó.
El huevo tiene bajo precio y alto valor nutricional. La docena se paga en promedio u$s2,30 en Argentina. Representa solo el 1,7% del gasto familiar anual de una familia tipo.
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En otros países los precios son más altos. Uruguay, por ejemplo, registra valores cercanos a u$s5,55 por docena. Esa diferencia de precios también refleja el potencial exportador no aprovechado.
La región tiene grandes contrastes en consumo per cápita. México lidera con 379 huevos anuales por habitante. Argentina figura entre los primeros, pero aún lejos del máximo mundial.
Cuba, Bolivia y Nicaragua tienen consumos muy bajos. No superan las 20 docenas por año. Esa brecha muestra el espacio que existe para crecimiento interno en países vecinos.
Argentina registra un 80,4% de tasa de postura. Es decir, ocho de cada diez gallinas ponen un huevo por día. Ese indicador la ubica entre las más eficientes del continente.
El sistema argentino se basa en criaderos con jaulas. El 88,6% de las aves se crían en ese formato. Solo el 2% lo hace en esquemas “free range” u orgánicos.
El modelo productivo sigue la tendencia regional. Prima la eficiencia, la escala y la automatización. Aumentan los aviarios, pero todavía representan una minoría.
Las gallinas blancas son mayoría en los planteles. Representan el 67% de las ponedoras. Tienen mejor rendimiento alimenticio y producen más huevos por ciclo.
Las marrones dominan en mercados donde se valora el color del huevo. Su productividad es menor, pero su presencia cultural y comercial las mantiene en el esquema regional.
Argentina tiene 1.206 aves por habitante. Ese dato supera los promedios regional y global. Refleja una alta concentración y una apuesta fuerte por la producción intensiva.
El país no necesita más gallinas para crecer. Puede elevar sus exportaciones sin ampliar el plantel. Solo debe mejorar su inserción internacional y sostener las condiciones sanitarias.
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Bolivia, Ecuador, Chile y Cuba pueden aumentar producción. No necesitan más animales. Solo deben alcanzar índices de eficiencia similares a los de Argentina, México o Brasil.
El informe destaca la oportunidad global para América Latina. La región produce el 12,2% del total mundial de huevos. Supera a Europa, África y Oceanía en participación.
El protagonismo regional todavía no se refleja en el comercio exterior. Solo el 0,8% de lo que se produce se exporta. El margen para crecer es enorme si se alinean políticas.
La Argentina tiene ventajas en sanidad y logística. Puede enviar producto fresco o procesado a mercados exigentes. Pero necesita acuerdos sostenibles y reglas estables.
Las políticas públicas deben acompañar al sector. Se requieren incentivos, acuerdos fitosanitarios y financiamiento para mejorar la capacidad exportadora.
Los mercados asiáticos demandan proteína animal. Las condiciones económicas y culturales ofrecen un espacio para el huevo argentino. África y Medio Oriente también muestran señales positivas.
El huevo argentino cumple estándares internacionales. La trazabilidad, el control y la cadena en frío permiten proyectar una expansión comercial segura.
El sector avícola pide un marco macroeconómico más estable. La inflación y la falta de previsibilidad limitan inversiones y desalientan acuerdos a largo plazo.
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La industria trabaja con precios regulados y costos variables. Necesita garantías para sostener la rentabilidad y avanzar hacia nuevos destinos comerciales.
Argentina produce más de 27 docenas por persona al año. Ese volumen la ubica entre los países con mayor presencia del huevo en la dieta popular.
El informe del ILH destaca la eficiencia argentina. Pero también señala que esa capacidad no se transforma en liderazgo internacional. Solo el 2% sale al mundo.
La demanda global de proteínas crece cada año. El huevo, como alimento completo, está bien posicionado. Solo resta que el país concrete acuerdos y salga a competir.
El huevo puede convertirse en un producto estrella de exportación. El sector tiene escala, historia y tecnología. El desafío es abrir mercados y sostener una política exportadora seria.











