
Cultura y conflicto se cruzan en Cannes y la alfombra roja ya no puede ocultarlo
PODCASTS Radio Francia Internacional23/05/2025


La cultura ya no es un territorio neutral y los festivales son hoy un espejo de los conflictos del mundo. Así lo revela el último episodio del podcast En Primera Plana de Radio Francia Internacional, que analiza la politización del Festival de Cannes. La Franja de Gaza, Donald Trump y el movimiento MeToo marcan la agenda cultural.


Cannes se convirtió en una caja de resonancia geopolítica, estética y social que ya no puede disimular su tiempo. Las protestas y declaraciones públicas se hicieron parte del protocolo no oficial de la alfombra roja. “El festival es político cuando los artistas lo son”, dijo Thierry Frémaux, su delegado general.
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La carta firmada por Almodóvar, Sarandon y Cuarón exigió al festival una condena explícita a la guerra en Gaza. Esa carta no fue una excepción: fue síntoma de una expectativa creciente sobre el rol activo de la cultura. “No se puede celebrar un festival mientras hay bombas cayendo”, recordó Ana Vinuela, docente de cine.
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Mathilde Carton destacó la presencia de una película palestina cuya protagonista murió semanas antes por los bombardeos. La obra fue seleccionada, pero sin su autora: “La política también está en los muros”, dijo la periodista. No hay alfombras rojas asépticas cuando las heridas están abiertas.
“Los festivales son representaciones de la sociedad y de lo que espera”, dijo Bibata Uribe, curadora de cine latinoamericano en Francia. Esa representación se extiende al conflicto en Ucrania, también presente en Cannes a través de tres documentales. La curaduría dejó de ser una elección técnica para volverse una toma de posición.
El festival mantiene una narrativa estética en tensión con los intereses diplomáticos, económicos y comerciales. Este año también se discutió la política arancelaria propuesta por Donald Trump contra el cine extranjero. “Nadie entendió de qué va el cine”, expresó Viñuela al criticar la medida.
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La docente señaló que el verdadero riesgo está en la presión contra la Directiva Europea de Medios Audiovisuales. Esta norma obliga a las plataformas a incluir un porcentaje mínimo de contenido europeo. “Ahí está la verdadera amenaza para el cine no estadounidense”, enfatizó.
El cine europeo depende hoy de las plataformas digitales, no de la taquilla tradicional. Las amenazas de Trump a ese modelo son más que simbólicas. Mientras tanto, Cannes sirve como termómetro de esas tensiones.
La controversia también alcanzó al festival por la presencia de figuras con antecedentes de agresión sexual. Gérard Depardieu fue condenado a 18 meses en suspenso por ese motivo. “Es un agresor sexual con condena firme”, señaló Carton.
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Kevin Spacey y James Franco también fueron invitados en ediciones recientes, pese a las denuncias que pesan sobre ellos. “Invitar a Spacey es un signo de que nada va a cambiar”, opinó Carton. La omisión de figuras del MeToo en la programación fue interpretada como una declaración de intenciones.
El sector todavía muestra connivencia y resistencia a una renovación real de sus prácticas. Judith Godrèche, actriz y militante del MeToo, fue ignorada por Cannes este año. “Es demasiado política para estar en la grilla”, ironizó Carton.
Cannes funciona como metáfora de un campo cultural en ebullición, donde cada elección curatorial o invitación es un posicionamiento. El glamour, lejos de neutralizar el debate, lo intensifica. Las cámaras ya no solo filman películas: capturan contradicciones.
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No hay festival posible sin tomar en cuenta los contextos políticos, sociales y éticos. Los artistas, programadores y espectadores cargan esa tensión en cada función. La cultura hoy no puede fingir neutralidad.
Material publicado por gentileza Radio Francia Internacional







