

El asalto al blindado en Las Chapas: la batalla que marcó a la Patagonia
Por Sergio Bustos
Mi Archivo25/05/2025

El 3 de octubre de 1995, un flamante camión blindado del Banco del Chubut partió desde Rawson con 400 mil pesos a bordo, destinados a cubrir obligaciones en la cordillera. La unidad, un Mercedes Benz 608, estaba en su primer operativo y contaba con dos choferes, Jesús Pugh y Luis Toledo, además de la custodia de los policías Sergio Aguerre y Humberto Bulacios, integrantes del recientemente formado Grupo Especial de Operaciones Policiales (GEOP). El recorrido por la ruta 25, en apariencia rutinario, se transformaría en un hecho histórico que sacudiría la tranquilidad de la Patagonia.


Al llegar al paraje "Las Chapas", un Renault 21 Alizé se cruzó en el camino del blindado, deteniéndolo de forma violenta. Los ocupantes del vehículo eran Julián "Conejo" Molinari, Juan "Turco" Muracioli y Juan Ramón Pereyra, una banda de experimentados delincuentes que, armados con un fusil FAL, una escopeta Itaka y pistolas semi-automáticas, comenzaron a disparar con precisión quirúrgica contra el blindado. Su intención era intimidar y forzar a los ocupantes del vehículo a abrir las puertas.
Los disparos fueron dirigidos al parabrisas, las ruedas y las antenas de comunicación, evidenciando un conocimiento técnico que delataba su profesionalismo. Sin embargo, los atacantes no contaron con la resistencia del blindado, cuyas nueve capas de protección detuvieron los proyectiles, ni con la valentía de los custodios. Aguerre y Bulacios, con recursos limitados, enfrentaron a una banda que parecía tener todo bajo control.
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Sergio Aguerre, consciente de la gravedad de la situación, tomó el único fusil disponible en el blindado y disparó a través de una tronera. Uno de sus disparos impactó en el pecho de Juan "Turco" Muracioli, un veterano ladrón de bancos con un historial criminal que abarcaba décadas. El disparo fue mortal; Muracioli cayó al suelo gravemente herido, y la banda comenzó a desmoronarse.
En paralelo, Humberto Bulacios disparó desde la parte trasera del blindado, alcanzando a Juan Ramón Pereyra en el hombro y a Julián Molinari en la cadera. Los asaltantes, heridos y desorganizados, entendieron que el atraco había fracasado. Cargaron a un agonizante Muracioli en el Renault 21 y emprendieron la huida. No obstante, abandonaron el cuerpo del "Turco" en el camino, incapaces de continuar cargando con él.
El enfrentamiento, que duró escasos minutos, fue feroz. Los policías, que solo contaban con un fusil y un cargador de 20 balas, lograron frenar a una banda que venía preparada para un golpe profesional. El blindado, a pesar de los daños sufridos, logró avanzar unos 800 metros con una rueda desinflada hasta encontrar un lugar seguro.
El ataque marcó un antes y un después en la historia criminal de la Patagonia. Nunca antes un blindado había sido interceptado en movimiento en la región. El episodio reflejó no solo la profesionalidad de los delincuentes, sino también la capacidad y el coraje de los efectivos policiales para repeler el ataque en condiciones adversas.
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El cuerpo de Juan "Turco" Muracioli, abandonado en el escape, fue encontrado horas después y trasladado a la morgue de Trelew. Nadie reclamó sus restos, y fue enterrado en el cementerio local como un desconocido. Así terminó la vida de un hombre que había protagonizado algunos de los robos más audaces de la historia argentina, incluyendo el asalto de 400 kilos de oro en el Aeropuerto de Ezeiza en 1961.
La banda no tardó en ser desmantelada. Julián "Conejo" Molinari, líder del grupo, fue capturado meses después, al igual que Juan Ramón Pereyra y otros cómplices. En el juicio, llevado a cabo en 1996, Molinari y Pereyra fueron condenados a siete años de prisión, mientras que otros miembros de la organización recibieron penas menores. A pesar de ello, la leyenda de Molinari no terminó con esa condena. Conocido por sus múltiples fugas y su habilidad para reorganizarse, continuó siendo una figura emblemática del crimen organizado en Argentina.
El asalto en "Las Chapas" fue un evento único en la historia delictiva de Chubut. Reflejó la audacia de los delincuentes, pero también la determinación de los policías que, con recursos limitados, lograron proteger el dinero y sus propias vidas. Aguerre y Bulacios fueron condecorados por su valentía, recibiendo medallas y reconocimientos tanto a nivel provincial como nacional.
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Este intento de asalto no solo impactó a la comunidad local, sino que también cambió la percepción de la seguridad en la región. El episodio demostró que la Patagonia no estaba exenta del alcance del crimen organizado y que los blindados, aunque diseñados para resistir, dependían en última instancia del coraje de quienes los custodiaban.
A más de 27 años del hecho, el asalto al blindado en "Las Chapas" sigue siendo recordado como un ejemplo de la lucha entre la ley y el crimen. Para quienes vivieron ese día, es una historia que combina adrenalina, valentía y un recordatorio de que incluso en los lugares más tranquilos, el peligro puede aparecer en cualquier momento.
Por Sergio Bustos
Imágenes: Archivo Diarios Jornada, El Chubut









