Palestina: “El hospital ya no puede recibir sangre porque la gente tiene hambre”

Actualidad05/06/2025Sergio BustosSergio Bustos
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Hay una matanza en Palestina.

La Fundación Humanitaria de Gaza suspendió su distribución de alimentos el miércoles, luego de que el ejército israelí disparó contra civiles que esperaban comida. La iniciativa privada, respaldada por contratistas estadounidenses, anunció una pausa para reorganizar sus operaciones y mejorar la eficiencia de los puntos de entrega.

Los ataques israelíes dejaron un saldo trágico: 58 palestinos murieron en menos de una semana mientras hacían fila para recibir ayuda. Las víctimas esperaban alimentos en zonas del sur de la Franja de Gaza, una región casi vacía tras meses de ofensiva militar israelí.

Los centros de distribución se establecieron hace poco más de una semana, en un contexto de emergencia. Dos de ellos estaban en el sur del enclave y uno en el centro, con la intención de reemplazar a las agencias de la ONU expulsadas por decisión del gobierno israelí.

El ejército israelí declaró "zonas de combate" los accesos a estos centros, impidiendo la llegada de población hambrienta. Además, advirtió que quienes se acerquen a los puntos de ayuda desobedecen una orden de seguridad y se exponen al uso de la fuerza.

En paralelo, el miércoles se registraron nuevos bombardeos contra refugiados en Jan Yunis. Al menos 18 personas murieron cuando fuerzas israelíes atacaron una escuela donde se alojaban familias desplazadas, que habían escapado de zonas ya evacuadas por los militares.

Los ataques no cesan en toda la Franja. Medios palestinos confirmaron que también hubo bombardeos en el norte, la ciudad de Gaza y el centro del enclave, donde murió un menor identificado como Adeeb Ahmed Abu Taha tras un ataque a su vivienda.

La situación humanitaria es crítica y los hospitales colapsan. En el sur, el hospital Naser es el único que aún recibe pacientes. Las autoridades locales alertaron que podría dejar de operar si continúan los ataques y no ingresan medicamentos ni combustible.


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La cifra de víctimas aumenta cada día. Médicos locales informaron que al menos 20 personas murieron entre la madrugada y la tarde del miércoles, con ataques simultáneos a edificios residenciales y hospitales en diferentes zonas de Gaza.

El director del hospital Al Shifa describió la situación como catastrófica. "No podemos proporcionar unidades de sangre a los heridos y enfermos", explicó Mohammed Abu Salmiya. Agregó que la desnutrición impide que muchos puedan donar sangre, pese a que llegan voluntariamente.

"Jóvenes vienen a donar sangre, pero descubren que ellos mismos necesitan transfusiones", agregó el director del hospital. La situación refleja el impacto directo del hambre sobre la salud pública en una población cercada y desamparada.

Casi medio millón de palestinos podría morir de hambre si no se restablece el flujo de alimentos. La Clasificación Integrada de Fases de Seguridad Alimentaria advirtió que un millón de personas está en situación de hambruna severa, sin acceso a comida básica.

El bloqueo israelí también impide la entrada de combustible, medicinas y suministros sanitarios. Esto provoca que los centros de salud operen bajo condiciones mínimas, con falta de energía eléctrica, insumos quirúrgicos y material de primeros auxilios.

La ONU cuestionó duramente el modelo de ayuda privada impulsado por Estados Unidos e Israel. El vocero Jens Laerke sostuvo que "la modalidad alternativa no funciona y no responde a las necesidades reales de la población de Gaza".

La entrega de ayuda quedó condicionada por requisitos ajenos a criterios humanitarios. La fundación revisa que los beneficiarios no tengan vínculos con Hamas, excluyendo a miles de familias sin otra fuente de alimentos.

"Este modelo obliga a la gente a moverse para conseguir comida, cuando la logística humanitaria debe ir hacia ellos", expresó el vocero de la ONU. Las agencias internacionales ya contaban con redes distribuidas en toda Gaza antes del reemplazo.


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El sistema de distribución sufrió una nueva crisis interna. El director ejecutivo de la fundación presentó su renuncia tras denunciar que el plan no sigue principios humanitarios. Fue reemplazado por Johnnie Moore, un pastor evangélico cercano al expresidente Donald Trump.

Moore negó que haya muertos por ataques en puntos de distribución. Afirmó que "se trata de una mentira difundida por terroristas", pese a las evidencias aportadas por organismos internacionales y medios de comunicación con periodistas en la zona.

La fundación también perdió el respaldo de Boston Consulting Group, una de las empresas contratistas. BCG se retiró del proyecto en medio de las críticas públicas, tras informes que evidencian la falta de transparencia y los riesgos de seguridad.

Los civiles palestinos quedan ahora sin ninguna red confiable de ayuda. Naciones Unidas insistió en recuperar el control de la distribución para garantizar neutralidad, acceso equitativo y cobertura a zonas que están completamente aisladas.

Ante este panorama, una nueva flotilla civil intenta romper el bloqueo. La misión partió el domingo desde Catania, Italia, y busca entregar ayuda humanitaria esencial como fórmula para bebés, harina, arroz, productos médicos y filtros de agua.

En el barco viajan doce activistas de diferentes países. Entre ellos están la ecologista sueca Greta Thunberg y la eurodiputada francesa de origen palestino Rima Hassan, quienes denunciaron el silencio de la comunidad internacional ante el genocidio en curso.

El barco se llama Madleen en honor a la primera pescadora gazatí. La flotilla quiere visibilizar la situación desesperante que viven los 2,3 millones de palestinos que sobreviven bajo bombardeos, hambre y desplazamiento forzado.


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La flotilla anterior fue interceptada por drones antes de llegar a Gaza. El motor de la embarcación fue destruido durante la travesía y se atribuye el ataque a las fuerzas israelíes, aunque nunca lo reconocieron oficialmente.

Actualmente navegan por la costa griega y son seguidos por drones. La coalición denunció que las autoridades helenas cooperan con Israel para evitar que la flotilla llegue al enclave palestino con la carga humanitaria.

El ejército israelí aseguró que vigila el mar las 24 horas. "La Armada está movilizada día y noche para proteger las fronteras marítimas de Israel", afirmó uno de los portavoces ante preguntas sobre la flotilla internacional.

La respuesta política en Estados Unidos fue despectiva. El senador republicano Lindsey Graham publicó: "Espero que Greta Thunberg sepa nadar", en un mensaje que generó polémica por su falta de sensibilidad ante la crisis humanitaria.

La ONU y varias ONG reclaman acceso inmediato y sin condiciones. Exigen que Israel levante el bloqueo y que se permita la entrada de ayuda sin interferencias políticas ni restricciones basadas en ideología o religión.

Los informes revelan que la situación ya no admite dilaciones. Cada hora que pasa sin ayuda deja nuevas víctimas. La gente muere por bombas, pero también por hambre. El sistema sanitario está al borde del colapso definitivo.

La comunidad internacional observa con preocupación, pero sin acciones concretas. Mientras tanto, "el hospital ya no puede recibir sangre porque la gente tiene hambre", como lo resumió crudamente uno de los médicos en Gaza.

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