

Colombianos combaten en Ucrania entre la vocación, la miseria y la falta de leyes internacionales
PODCASTS Radio Francia Internacional10/06/2025

El podcast Grandes Reportajes de RFI de Radio Francia Internacional reveló que cientos de exmilitares colombianos se alistaron para combatir en Ucrania bajo condiciones irregulares. Muchos aseguran haber viajado por vocación, aunque reconocen que el dinero fue una motivación determinante. Sin un marco legal claro, se enfrentan a un conflicto donde pueden morir, perder extremidades o terminar presos.


“Yo no soy un mercenario”, dice el Árabe, un exsoldado colombiano que perdió una pierna en Donbás y hoy combate en Sumy. Afirma que Ucrania le permitió seguir su vocación y que siente gratitud por el pueblo que lo recibió. “El precio ha sido alto, pero volvería a hacerlo”, asegura.
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Jack, otro excombatiente colombiano, luchó en Donetsk y regresó a Colombia tras resultar herido en combate. Recuerda que al principio eran 140, pero solo 20 sobrevivieron. “Veía cómo mataban niños y abuelos, y volvía a pelear porque no podía mirar para otro lado”, relató.
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Los voluntarios aseguran que los bombardeos son diarios y que todo es diferente al combate en Colombia. “Allá no hay pausa: drones kamikazes, minas y artillería desde el momento en que uno baja del vehículo”, detalla Jack. El sueldo varía según el riesgo, entre 2.000 y 3.000 dólares.
Pero no todo llega a sus manos, ya que algunos denuncian corrupción y retención de pagos entre compañeros. “Entre más peligro, más pagan, pero también más perdés”, sostiene. El 90% sabe que no vuelve entero o directamente no vuelve.
El sargento retirado Héctor Bernal, desde Colombia, advierte que muchos no comprenden la dimensión del conflicto. Explica que en Ucrania no hay soldados profesionales sino guerra total, con drones, explosivos y mortalidad altísima. “Todos regresan enfermos y sin plata”, lamenta.
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La historia de Miguel Ángel Montilla refleja el extremo: partió como vigilante civil y terminó preso en Rusia por mercenariato. Fue condenado a nueve años de prisión tras ser capturado con uniforme ucraniano. “Se fue buscando en 15 días lo que acá no ganaba en un año”, contó su esposa.
El Kremlin castiga con hasta 15 años a los combatientes extranjeros, aunque Rusia también utiliza soldados extranjeros. El profesor Ulrich Petersohn señala que hay doble vara según quién hable de mercenarios. “Rusia hace lo mismo, pero no los llama así”, afirma.
Solo 37 países ratificaron el convenio internacional contra el mercenariato, dejando vacíos legales alarmantes. Empresas privadas actúan sin regulación y reclutan en zonas vulnerables. No hay organismos globales que controlen estas contrataciones.
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Jovana Jezdimirovic, de la ONU, explica que muchos voluntarios son reclutados en contextos de pobreza o conflicto. Asegura que hay empresas que ofrecen falsas promesas en lugares donde la vida vale poco. Colombia es un terreno fértil por su historia de guerra interna.
Según los testimonios, el único requisito es pagar el pasaje aéreo y llegar a Ucrania. No se exige entrenamiento militar reciente ni se garantiza atención médica. El Estado ucraniano los acepta como refuerzo necesario para una guerra prolongada.
El uso de combatientes extranjeros permite a los Estados sostener conflictos que ya no pueden financiar con recursos propios. Las guerras largas necesitan cuerpos y los buscan donde sobran brazos desesperados. El riesgo es que esos brazos vuelvan rotos o no vuelvan nunca.
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La Real Academia Española define como mercenario a quien combate por dinero en un conflicto extranjero. Pero los expertos coinciden en que el concepto no siempre refleja la realidad. Cada caso debe evaluarse según sus motivaciones, vínculos y contexto.
“No existe ninguna autoridad global que supervise esta actividad”, señala la ONU. Los marcos nacionales son ambiguos y las fronteras legales se diluyen en la guerra. La ética y la legalidad muchas veces no viajan con los combatientes.
Mientras tanto, decenas de familias en Colombia esperan noticias de hijos, maridos y hermanos que fueron a combatir por algo que nunca estuvo claro. Algunas reciben llamadas desde hospitales, otras cartas desde cárceles rusas. Otras, simplemente, ya no reciben nada.
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La guerra entre Ucrania y Rusia sigue sumando víctimas invisibles: soldados sin patria, sin estatuto legal y sin futuro. No hay Estado que los reclame ni ley que los proteja. Pero sí hay historias que los nombran para que no desaparezcan también del relato.
Material publicado por gentileza Radio Francia Internacional









