


El cáncer de próstata es el tercer tumor más letal en varones y representa el 20% de todos los casos oncológicos masculinos. Según el Ministerio de Salud, en 2022 fallecieron 3.578 hombres por esta enfermedad. La tasa bruta de mortalidad fue de 15,9 muertes cada 100.000 varones.


La próstata es una glándula ubicada debajo de la vejiga que produce el líquido seminal. Con el paso del tiempo, puede crecer en forma benigna o maligna. Cuando se trata de un adenocarcinoma, el riesgo de metástasis aumenta si no se detecta temprano.
“El 95% de los pacientes con diagnóstico precoz supera los 15 años de vida”, aseguró la doctora Valeria El Haj. Recomendó empezar los controles a los 50 años, o a los 40 si hay antecedentes familiares o sobrepeso. La edad, la obesidad y la dieta son factores que inciden directamente en el riesgo.
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El cáncer de próstata suele no presentar síntomas en sus primeras etapas. Por eso los chequeos anuales son esenciales, incluso cuando no hay molestias. Algunos signos de alerta son dificultad para orinar, sangre en la orina o el semen, dolor pélvico o pérdida de peso inexplicable.
“Necesitamos cambiar la cultura que retrasa las consultas por miedo o desinformación”, planteó el urólogo Guillermo Scolari. Aseguró que el control prostático debe tener la misma rutina que el chequeo cardiológico. La prevención puede reducir la mortalidad hasta un 30%.
El primer paso ante una sospecha suele ser el análisis de PSA, una proteína producida por la próstata. Cuando los niveles son altos, se realizan nuevos estudios para descartar causas benignas. Si persisten, se solicita una ecografía, resonancia o una biopsia.
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La única forma de confirmar el cáncer es con una biopsia de tejido prostático. Esta prueba detecta la presencia de células malignas y permite definir el tratamiento adecuado. Detectarlo antes de que dé síntomas permite evitar cirugías mayores o terapias agresivas.
Fuente: NA.







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