La revolución ganadera llegó con la remolacha: carne barata y campos más productivos

Actualidad29/06/2025Sergio BustosSergio Bustos
engorde remolacha
Vacas a engorde con remolacha.

Una planta poco común cambió las reglas del juego en la ganadería. La remolacha forrajera irrumpió en los campos del sur argentino con números que asombran: carne a bajo costo, altos rindes y engorde durante el invierno.

El experimento arrancó en Carmen de Patagones, donde el productor Alejandro Pérez Iturbe sembró siete hectáreas después de ver el modelo en Nueva Zelanda. Hoy mantiene 300 animales en un lote de apenas 14 hectáreas.

La remolacha forrajera produce entre 2.300 y 3.500 kilos de carne por hectárea en solo seis meses. Con costos de US$0,50 por kilo, rompe los esquemas tradicionales y seduce a cada vez más productores.

La raíz concentra energía. Las hojas aportan proteína. Esa combinación permite ganancias diarias de 750 a 900 gramos por animal, con cargas de hasta 26 vacunos por hectárea.


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El sistema ya se adapta al riego por gravedad en el Valle del Río Negro. En zonas húmedas, se puede sembrar sin riego, aunque rinde la mitad. Pero aún así, duplica los números de un planteo extensivo.

Con 80.000 plantas por hectárea y 3 kilos de peso promedio por unidad, el cultivo genera hasta 240.000 kilos de materia verde. Esa biomasa alimenta animales con eficiencia y constancia.

La adaptación del ganado tarda unos 20 días. En ese lapso se agrega un kilo de fibra diaria con maíz. Después, los novillos se mueven solos. El resultado: animales gordos, rápidos y a bajo costo.

La inversión inicial ronda los US$1.700 por hectárea, pero el margen bruto llega a US$800. En el sur, donde la carne vale un 15% más, el modelo es todavía más rentable.

El cultivo se siembra entre agosto y octubre. En marzo ya está listo para el engorde. Es un esquema intensivo que funciona incluso cuando no hay pasto verde.


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Muchos dudaron. Pero cuando vieron novillos Charolés de 500 kilos comiendo remolacha, cambiaron de opinión. El impacto visual convenció más que cualquier planilla.

El sistema permite engordar 100 animales en solo cuatro hectáreas. Algo impensado en la lógica extensiva tradicional. Ideal para productores chicos, en campos limitados y con poco verdeo invernal.

Las semillas adaptadas para animales eliminaron riesgos. No hay toxinas. No hay pérdidas. Solo kilos y más kilos. Firmas semilleras acompañaron desde el inicio, ajustando genética y logística.

A diferencia de la remolacha azucarera del norte, esta versión forrajera es un esquema sustentable, intensivo y reproducible. Rinde más, cuesta menos y alimenta mejor.

En tiempos de sequía y márgenes finos, la remolacha aparece como una carta salvadora. No reemplaza al maíz, pero compite mano a mano y gana en eficiencia.

La carne argentina encontró un aliado inesperado. No está en la soja ni en la pastura. Está bajo tierra, en forma de raíz, esperando cambiar la ganadería para siempre.

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