El segundo semestre pone a prueba la resistencia del modelo económico del Gobierno de Milei

Política06/07/2025REDACCIÓNREDACCIÓN
Luis Caputo y Javier Milei
Luis Caputo y Javier Milei

El segundo semestre se presenta como una etapa de interrogantes para la economía argentina, marcada por la caída estacional de dólares, la proximidad de las elecciones y una política monetaria que busca sostener la baja de la inflación sin descuidar la estabilidad cambiaria. En ese contexto, cinco economistas trazaron un panorama que combina advertencias sobre tensiones inminentes, diferencias sobre la estrategia cambiaria y un consenso general en torno a los límites de una economía todavía frágil.

Miguel Kiguel, director de Econviews, sostiene que la economía ingresó en una segunda fase, tras una primera etapa donde el ajuste fiscal permitió reducir la inflación y el riesgo país. “Ahora los logros son menores porque los desequilibrios también se achicaron. El Gobierno encuentra dificultades para sostener el éxito inicial”, explicó. Si bien la inflación continúa bajando, lo hace con menor fuerza, y la actividad económica comienza a mostrar signos de estancamiento. Para Kiguel, la falta de reservas, la inflación contenida y el crecimiento moderado serán los temas a seguir en lo que resta del año.


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Ricardo Delgado, de Analytica, pone el foco en la menor disponibilidad de dólares. En su visión, la combinación de estacionalidad exportadora, eliminación de retenciones y aumento de importaciones agudiza una situación que ya es estructural. “Julio es un mes con fuerte demanda de divisas, tanto por aguinaldos como por turismo, y la oferta cae abruptamente”, indicó. A esto se suma una apreciación cambiaria que alienta importaciones y acelera la automatización de procesos productivos en detrimento del empleo.

El nivel del tipo de cambio es un eje recurrente entre los especialistas. Camilo Tiscornia, de C&T Asesores Económicos, advirtió que “la baja oferta y la mayor demanda de divisas coinciden con el calendario electoral, lo que tensiona el mercado”. Aunque cree que un tipo de cambio más alto podría ayudar en el cortísimo plazo, también señala que si se mantiene cierta estabilidad política, la Argentina podría tener mayor disponibilidad de divisas. Sin embargo, deja claro que el contexto electoral vuelve incierto cualquier pronóstico.


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El componente político aparece como un factor insoslayable. Norberto Sosa, director de Invertir en Bolsa, plantea que “una parte de la política busca boicotear el ancla fiscal del programa” y advierte que proyectos con media sanción en el Congreso implicarían un incremento del gasto de un punto del PBI. En paralelo, remarcó que el escenario de escasez de pesos genera tasas reales elevadas que afectan la actividad. Para Sosa, la macroeconomía seguirá ajustándose, pero la micro podría mostrar síntomas de fatiga en sectores más vulnerables.

Ramiro Castiñeira, de Econométrica, va más allá y asegura que la discusión central sigue siendo el modelo económico. Según su mirada, “la Argentina todavía discute si quiere ser un país capitalista o no” y las elecciones serán un termómetro de ese debate. Además, respaldó la política del Gobierno de evitar comprar reservas con emisión monetaria. “Todavía hay exceso de pesos, y mientras eso no se corrija, no tiene sentido emitir para comprar dólares”, subrayó.


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La estrategia del Banco Central respecto a las reservas divide opiniones. Kiguel considera que, más tarde o más temprano, el Gobierno tendrá que volver a comprar dólares en el mercado para mejorar su credibilidad. “El riesgo país sigue alto porque no hay reservas. El camino virtuoso comienza con acumulación genuina de dólares”, apuntó. En cambio, Delgado cree que la compra puntual y a través de deuda es válida en el corto plazo, aunque advierte sobre el riesgo de disrupciones si los inversores deciden salir masivamente del mercado de bonos.

Tiscornia propone una fórmula intermedia: que el Tesoro use el superávit fiscal para comprar reservas, evitando que el Banco Central emita. De esa forma, se cuida la base monetaria y se evita una presión sobre el tipo de cambio. Sosa coincide en que el control de la cantidad de dinero es central para sostener la desinflación, y considera que recién cuando ese objetivo esté firme podrá priorizarse la acumulación de reservas. Por ahora, sostiene, “la vía del endeudamiento es una herramienta válida para sumar divisas sin expandir la base monetaria”.


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El debate sobre la sustentabilidad del modelo monetario y cambiario seguirá abierto hasta que pasen las elecciones. Con tensiones previsibles en el mercado, dudas sobre el rumbo político y una economía que busca reacomodarse, el segundo semestre podría ser determinante para definir el margen de maniobra que tendrá el Gobierno en 2025. Aún con señales alentadoras en términos fiscales, la consistencia del plan económico estará a prueba en un escenario de alta sensibilidad.

Fuente: LA NACION.

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