Hidrovía y dragado: la operación silenciosa que sostiene gran parte de las exportaciones argentinas

El corredor Paraguay-Paraná concentra buena parte de las exportaciones argentinas. Más de 3.400 kilómetros de vías fluviales conectan Buenos Aires con Brasil y sostienen la salida de cereales, aceites y derivados hacia el mundo. En este escenario, la operación de dragado adquiere un valor estratégico tanto para la economía como para la política.

A bordo de la draga Afonso de Albuquerque, con base en Ramallo, la rutina es constante. Cada ciclo de trabajo dura más de dos horas y se repite entre diez y doce veces por día para remover y trasladar sedimentos. La nave, de bandera belga y administrada en el país por Jan de Nul, es considerada la pieza clave para mantener la navegabilidad.

El sistema exige precisión milimétrica. “El dragado consiste en extraer el sedimento de zonas donde restringe la profundidad, trasladarlo a áreas más profundas y depositarlo allí”, explicó Juan Bautista Allegrino, responsable ambiental de la empresa. El monitoreo incluye protocolos que superan los mínimos oficiales y se apoya en auditorías externas para reducir el impacto ambiental.

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La vida a bordo tiene su propio ritmo. “Nos levantamos, cada uno tiene su puesto asignado. Es muy dinámico”, señaló María Florencia Adip, segunda al mando y única mujer de la tripulación. El equipo convive durante veintiún días de trabajo seguido por otros tantos de descanso en tierra. Las jornadas se extienden de 6 a 18 o de 18 a 6, en un barco con gimnasio, juegos, karaoke y un menú diseñado por el chef Mauricio Díaz.

El capitán Nahuel Márquez, egresado de la Escuela Nacional de Náutica Manuel Belgrano, conduce a los dieciséis tripulantes. “El salario es bueno y las comodidades hacen que podamos sostener la rutina”, afirmó. Cada camarote cuenta con baño privado y la disciplina cotidiana se organiza en torno a las comidas y los turnos laborales.

El impacto ambiental es uno de los puntos más observados. La Afonso de Albuquerque se convirtió en la primera draga en cumplir la normativa Euro V de la Unión Europea. Durante 2024 se analizaron 125 muestras de sedimentos y 150 de agua en todo el tramo. Los estudios confirmaron que los materiales removidos son de “Libre Disposición, Clase 0”, es decir, sin restricciones para ser vertidos en aguas abiertas.

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Mientras tanto, el proceso licitatorio avanza. El gobierno de Javier Milei reformuló las bases tras el fracaso del concurso previo. La Agencia Nacional de Puertos y Navegación incorporó demandas de las cámaras empresariales y fijó un plazo de veinte años para la concesión, con mayores exigencias de control tarifario y auditoría ambiental.

Los principales actores exportadores, entre ellos la UIA y la Bolsa de Comercio de Rosario, apoyaron el nuevo pliego. Se espera que esta privatización, la mayor desde los años ’90, defina quién se hará cargo de la obra de infraestructura más sensible para la economía argentina.

Fuente: Infobae.