Puerto Madryn y la promesa inconclusa de su zona franca

A lo largo de casi cuatro décadas, la idea de una zona franca para Puerto Madryn fue anunciada, debatida, prometida y finalmente olvidada. Entre planes provinciales, disputas políticas, dilaciones burocráticas y decisiones centralizadas, el anhelo de convertir a la ciudad en un polo de comercio internacional quedó reducido a una expectativa insatisfecha, mientras otras localidades patagónicas concretaban sus aspiraciones.

En marzo de 1988, el entonces intendente portuario Osvaldo Sala formuló públicamente el primer anuncio concreto del proyecto. Lo presentó como parte de un conjunto de emprendimientos que su administración impulsaba, y que buscaban potenciar a Puerto Madryn como enclave estratégico para el comercio marítimo y la industria. La creación de una zona franca se planteaba como una plataforma para diversificar la economía local y abrir nuevos canales de exportación.

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Sin embargo, el paso del tiempo comenzó a erosionar aquella expectativa. Para octubre de 1994, el proyecto seguía estancado. El intendente de entonces, Victoriano Salazar, esperaba una reunión pendiente con el ministro de Economía provincial, Ismael Retuerto, y con Oscar López Salaberry, titular de la CONADEPA (Comisión Nacional de Desarrollo de Proyectos Aduaneros), sin fecha concreta. Los representantes madrynenses ante la Comisión de Evaluación y Seguimiento, el concejal Roberto Morán (PACh) y el dirigente comercial Mario Quiroga, solo habían conseguido entrevistas exploratorias con Roberto Jones, del Consejo de Planeamiento y Desarrollo (COPLADE), sin lograr avances decisivos. Mientras tanto, Comodoro Rivadavia aceleraba su propio expediente sin obstáculos aparentes.

Roberto Morán fue explícito al señalar que el modelo para Madryn no podía ser un calco del de Comodoro. Advirtió que se debía demostrar su viabilidad económica, logística y jurídica con argumentos sólidos y adaptados a la realidad local. “Tal tarea lleva su tiempo, debe ser realizada por funcionarios aptos y capacitados”, dijo. Y alertó que la provincia debía actuar con rapidez, ya que el plazo legal para firmar los convenios de adhesión corría sin que la normativa estuviera debidamente reglamentada.

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El 18 de septiembre de 1994, el gobernador Carlos Maestro viajó a Comodoro Rivadavia. En ese contexto, anunció que tanto esa ciudad como Puerto Madryn estaban “bien encaminadas” en sus gestiones por obtener una zona franca, en consonancia con la voluntad del presidente Carlos Saúl Menem de asignar dos zonas por provincia para la Patagonia Sur. Un decreto provincial dio origen a la Comisión de Selección y Evaluación, encabezada por Retuerto, con el objetivo de definir procedimientos, armar programas y representar a Chubut ante los foros federales.

El 29 de septiembre, se confirmó que Retuerto y López Salaberry visitarían Madryn la semana siguiente. La ciudad, representada por Morán y Quiroga, buscaba acelerar las gestiones. Incluso se designó al contador Andrés Canto como nexo técnico con la Secretaría de Comercio Exterior. Aún así, el clima general era de malestar. El convenio de adhesión aún no se firmaba, y muchas provincias —incluida Chubut— manifestaban su preocupación por el avance de los plazos sin reglamentación formal.

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Pese a la expectativa generada, el 1 de noviembre de 1994 marcó un giro definitivo. El gobernador Maestro firmó en Buenos Aires el convenio de localización de una única zona franca para Comodoro Rivadavia. El acto contó con el respaldo del presidente Menem, el ministro del Interior Antonio Ruckauf y el secretario general Eduardo Bauzá. A cambio, Chubut recibió un refuerzo mensual en la coparticipación federal por 1,5 millones de dólares. En cuanto a Puerto Madryn, Menem solo instruyó a la CONADEPA para que “evalúe la posibilidad” de una segunda localización, sin garantías ni cronograma.

La exclusión de Puerto Madryn fue vivida como una traición política. La promesa de dos zonas para Chubut —una en cada ciudad— había sido pública y reiterada. Sin embargo, los hechos concretos solo favorecieron a Comodoro. Las obras anunciadas para Esquel y el corredor bioceánico completaron un paquete de inversiones que no incluyó al norte chubutense.

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Con el correr de los años, el expediente de la zona franca para Madryn pasó a un limbo administrativo. Aunque se mantuvieron expresiones de interés y declaraciones de buena voluntad, nunca se firmó el acta de localización, ni se concretaron los estudios exigidos por el marco legal. Mientras tanto, la actividad comercial de la ciudad se reorganizó sobre otras bases, sin el régimen especial que prometía el decreto de 1994.

Finalmente, en 2025, el gobernador Ignacio Torres otorgó una subzona franca a la ciudad de Trelew, lo que selló el destino del proyecto madrynense. Después de 37 años de intentos, anuncios y postergaciones, Puerto Madryn se quedó sin su zona franca. La promesa quedó reducida al archivo. Y el beneficio, para otra ciudad.