
Asado más barato en la Patagonia: alivio parcial y tensiones por la barrera sanitaria
Actualidad22/09/2025
Sergio Bustos
Durante años, el río Colorado fue más que un límite geográfico. La barrera sanitaria convirtió al sur en un mercado diferenciado, con precios más altos y oferta restringida.


El argumento era claro: proteger a la región de la fiebre aftosa y otras enfermedades. Esa política consolidó un sello de calidad sanitaria, pero también un costo adicional para el consumidor.
La flexibilización buscó cambiar esa ecuación. El Gobierno aseguró que permitir el ingreso de carne con hueso desde el norte traería competencia y precios más bajos.
En las góndolas, el efecto se sintió de manera dispar. El asado bajó en algunos comercios del Alto Valle y Comodoro, pero otros cortes se mantuvieron caros.
Vacío, lomo o nalga continúan mostrando diferencias notorias con los precios del AMBA y provincias vecinas. Los relevamientos oficiales y privados coinciden en que la brecha no se cerró.
OTRAS NOTICIAS
El economista Osvaldo Preiss analizó la situación. “La gente compara con Buenos Aires, pero en el Valle no hay grandes variaciones. El impacto no se tradujo en mayor poder de compra en kilos”, sostuvo.
La logística aparece como un factor decisivo. “El kilo vivo en la Patagonia es más alto y transportar carne al sur implica combustible, frío y distancia. A eso se suman alquileres y energía más caros. En ese contexto, es difícil que bajen los precios”, explicó.
Los ganadores y perdedores también quedaron definidos. Frigoríficos y plantas extra-patagónicas lograron acceso a un mercado históricamente cerrado, mientras que las industrias locales ven reducida su participación.
Para Preiss, la apertura tensiona la cadena regional. “Si queremos una ganadería en la Patagonia, debemos reconocer que no se produce en las mismas condiciones que en la pampa húmeda”, advirtió.
El debate va más allá del precio en la carnicería. Se abre la pregunta de si la Patagonia debe limitarse a consumir o puede aspirar a consolidar una cadena productiva propia.
OTRAS NOTICIAS
El consumidor, sin embargo, pone el foco en otro lado. Lo que importa es cuánto paga en la caja. Y allí la percepción es ambivalente: alivio con el asado, frustración con cortes que siguen inaccesibles.
La dimensión sanitaria tampoco puede soslayarse. La barrera fue clave para diferenciar la carne patagónica en mercados internacionales y sostener un estatus libre de aftosa.
Relajar esa protección despierta temores. La apertura puede traer precios algo más bajos, pero también riesgos que afecten la competitividad futura de la carne de la región.
El escenario actual es híbrido. Conviven rebajas puntuales con una estructura de costos que mantiene la brecha estructural entre el sur y el centro del país.
La incógnita es hacia dónde se encamina la política. ¿Será la flexibilización un mero espejismo o el inicio de un cambio profundo en el mercado cárnico patagónico?
















