“Cuando no está el Estado, están los narcos”: la alerta que atraviesa a la Argentina

Policiales29/09/2025Sergio BustosSergio Bustos
narcotrafico bolivia
Alerta por el narcotráfico.

“Nuestros pibes y pibas llegan arrasados, no solo por las drogas, sino por el desgarro social”, señala Soledad Elizalde, coordinadora del Dispositivo Territorial Comunitario (DTC) de El Martillo. La frase resume un fenómeno que ya no se limita a la costa atlántica. Rosario, el conurbano bonaerense, Córdoba y Mendoza replican la misma postal de exclusión, violencia y narcomenudeo.

En Mar del Plata funcionan tres dispositivos de Sedronar: El Martillo, Bosque Grande y Casa Caracol, en el barrio Malvinas Argentinas. En esos espacios se brindan evaluaciones, orientación y acompañamiento, pero los recursos son cada vez más acotados. En seis meses asistieron a más de 4.000 personas, un número que no deja de crecer.

La paradoja es que mientras la demanda se multiplica, los equipos se achican. “Solo en El Martillo perdimos seis trabajadores especializados”, denuncia Elizalde. La reducción del personal golpea directo a la atención y deja huecos que son ocupados por las redes del narcotráfico.


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Elizalde describe un entramado social roto. “Llegan sin trabajo, sin instituciones que los contengan, con la cárcel o la policía como únicas referencias”, advierte. En ese vacío, los narcos aparecen como organizadores de la vida cotidiana. “Cuando no está el Estado, están los narcos. Organizan, contienen y explotan”, afirma.

La desigualdad de género se evidencia con crudeza. “Las mujeres llegan solas, empujadas a prostituirse para consumir o a consumir para poder prostituirse”, explica. A diferencia de los varones, que suelen tener el respaldo de sus familias, las mujeres atraviesan procesos de aislamiento que agravan su vulnerabilidad.

La violencia se expresa en cada barrio. En El Martillo, los recuerdos de una masacre ocurrida en 2017 siguen frescos: linchamientos, venganza y jóvenes asesinados en un clima de guerra interna. En Bosque Grande y Malvinas Argentinas los crímenes recientes, ligados a disputas narco, confirman que la trama se profundiza.

Los jueces también advierten sobre esta fractura social. “En una misma ciudad aparecen dos categorías de ciudadanos: los de las áreas céntricas y el resto”, escribió el magistrado Fabián Riquert en la sentencia por aquella masacre. Para él, la ausencia estatal es el caldo de cultivo de cada hecho de violencia.


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El mapa no se detiene en Mar del Plata. En Rosario, la disputa por el territorio dejó decenas de muertos en 2024. En el conurbano bonaerense, los barrios periféricos también muestran cómo el narco reemplaza al Estado en funciones básicas. Córdoba y Mendoza registran fenómenos similares, con jóvenes que ingresan en las redes criminales como única forma de subsistencia.

La conclusión es lapidaria: allí donde no hay políticas públicas, se instala el narco. Las redes de venta, el control de esquinas y la violencia por el territorio se transforman en el nuevo orden en barrios sin escuelas, clubes o centros de salud.

Elizalde insiste en que las respuestas no pueden reducirse a encierro. “Las comunidades terapéuticas deben ser el último recurso. Antes hay que sostener talleres, casas de medio camino y dispositivos comunitarios”, remarca.

Aun en este escenario sombrío, la coordinadora mantiene un margen de esperanza. “Siempre va a haber un equipo para escuchar. Cualquier persona atravesada por el consumo puede acercarse y encontrar atención de calidad”, asegura.

La advertencia ya no admite excusas. Lo que ocurre en Mar del Plata se repite en todo el país. La ausencia estatal dejó un vacío que hoy ocupa el narcotráfico, y cada día que pasa, ese poder paralelo se fortalece en la periferia argentina.

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