Ricardo Iorio
“Iorio es el mejor poeta del rock argentino”, sentenció alguna vez el Chango Spasiuk, creo que con total justicia.
Iorio, odiado y amado; contradictorio, sarcástico, políticamente incorrecto, incontrolable; siempre dispuesto a un gesto de verdad en tiempos en que la simulación es ley; irónico que postulaba que la cordialidad es un acto de rebeldía.
Arrancó en V8, allá en los ochenta, tiempos en los que las heridas de la dictadura aun supuraban, en los que la democracia trataba de hacer pie y mostraba que no llegaba para todos. “En ese clima de desorientación y angustia —subraya Nelson Álvarez Coradt—, V8 no fue solo una banda de heavy metal, fue también una trinchera simbólica”. Como lo fueron luego Hermética y Almafuerte.
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Y lo fueron siempre en base a las letras de Ricardo. Masticadas con bronca y un manejo del lenguaje poco común en el rock de todos los estilos del país en toda su historia. Escritas con una marcada consciencia de clase, desde el desgarro y la tradición resistente de los olvidados; con la esperanza que a pesar de todo florece en la comunión entre pares.
Mientras el relato neoliberal se instalaba y consolidaba, festejado en toda su parafernalia cultural, los temas de Iorio repudiaban “toda esa careta / de mersa coqueta”, convirtiéndose en clases de formación e identidad para muchas y muchos que pateaban las calles mientras eran mirados de reojo; en himnos de entereza y aguante para toda una generación para la que las promesas de prosperidad y progreso eran fallutería de los que se habían entregado al “polvo inca”.
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Páginas y páginas para decir al respecto, pero en resumen: Iorio no solo fue un músico. Fue un poeta que cartografío los márgenes mientras denunciaba las lacras del poder, con una fuerza casi profética que hoy le hace tener candente actualidad; construyendo a la vez un mundo simbólico propio, de gran riqueza.
Es para celebrar, entonces, este libro de Nelson Álvarez Conradt (de quien no tenemos mayores datos), “Ricardo Iorio. Poiesis”, que bucea en la tradición espiritual, literaria y filosófica en la cual Iorio estaba inmerso y desde la cual creaba. Una verdadera genealogía artística, que no cae en la pura biografía ni en la apología fanática inconducente.
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