

La Unión Cívica Radical confirmó que el próximo 12 de diciembre realizará el plenario para renovar las autoridades del Comité Nacional, una instancia que definirá al dirigente que asumirá la presidencia después del ciclo de Martín Lousteau, cuya continuidad quedó descartada tras dos años de roces internos. La convocatoria se oficializó luego de que se avanzara en la configuración de los bloques legislativos, una práctica que el partido sostiene desde hace décadas para ordenar los equilibrios de poder antes de elegir a su nueva conducción.


El encuentro se realizará en la sede partidaria de la calle Alsina, donde se reunirán los delegados de todas las provincias junto con representantes de la Juventud Radical, la Franja Morada, la Organización de Trabajadores Radicales, el Foro de Intendentes y la UCR Diversidad. La estructura federal del plenario refleja la intención de exhibir un partido unificado, aunque el clima político de los últimos meses volvió compleja cualquier idea de consenso dentro del espacio.
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Lousteau, elegido en 2023 con el respaldo inicial de Gerardo Morales, confirmó que no buscará continuar al frente del Comité Nacional. Su decisión responde a un desgaste profundo con gobernadores y dirigentes que cuestionaron su conducción, especialmente por sus posiciones legislativas en un escenario nacional cada vez más fragmentado. Su paso al bloque de Provincias Unidas a partir del 10 de diciembre constituye otro elemento que lo aleja de la interna radical.
A lo largo de su gestión, el senador saliente mantuvo un perfil activo en debates clave del Congreso. Su defensa de la Ley de Financiamiento Universitario y de la Emergencia Pediátrica marcó distancia con La Libertad Avanza, y esa postura reforzó fricciones con mandatarios provinciales que optaron por un vínculo más pragmático con el gobierno nacional. Las diferencias se profundizaron al ritmo de las discusiones económicas, donde Lousteau expuso críticas constantes.
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En ese contexto, Alfredo Cornejo se consolidó como una de las voces más firmes en cuestionar el rumbo del Comité Nacional. El gobernador mendocino emergió como una figura decisiva tras su triunfo electoral en alianza con sectores afines al oficialismo, aunque desde su entorno descartan que pueda asumir la presidencia partidaria por las responsabilidades de gestión que mantiene en su provincia. Su influencia, sin embargo, será determinante para ungir al próximo titular del órgano partidario.
El nombre que aparece con mayor fuerza es el del correntino Gustavo Valdés, quien concluirá su mandato provincial el 10 de diciembre. El dirigente se perfila como el principal candidato para ocupar la presidencia del partido, respaldado por un grupo de gobernadores y estructuras provinciales que buscan recuperar cohesión en la UCR luego de años de tensiones internas. Su triunfo reciente en Corrientes fortaleció su posición frente a otros sectores que dudaron en presentarse.
Durante la última elección provincial, Valdés logró imponer a Diógenes González frente a la postulante libertaria, Virginia Gallardo, un resultado ajustado que evitó un escenario de mayor incertidumbre para el radicalismo correntino. El mandatario saliente destacó el valor del poder territorial de la UCR, un argumento recurrente en el debate nacional dentro del partido y un punto central para quienes impulsan su candidatura al Comité Nacional.
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En paralelo, dirigentes cercanos a Maximiliano Abad aseguraron que el bonaerense no competirá por la presidencia partidaria, a pesar de que su nombre circuló en los primeros análisis internos. Esa baja reduce aún más el abanico de opciones y concentra la atención en el armado que respaldará a Valdés, quien aparece como la figura con mayor volumen político para ordenar al radicalismo en esta nueva etapa.
Los gobernadores radicales, actores claves en esta discusión, buscan una conducción que permita recomponer relaciones con sectores del Congreso y fortalecer la identidad partidaria ante el avance de expresiones políticas emergentes. La renovación del Comité Nacional se vuelve así un punto de inflexión para definir el rol de la UCR en un escenario de competencia creciente, donde cada movimiento interno tiene impacto directo en la estrategia electoral de mediano plazo.






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