Un estudio en Nature vincula más emisiones de hidrógeno con un extra de calentamiento global

Un nuevo estudio científico publicado en Nature revisó el papel del hidrógeno (H₂) en el sistema climático y concluyó que su aumento en la atmósfera contribuye al calentamiento global, aunque no actúe como gas de efecto invernadero en el sentido clásico. La investigación, impulsada por un consorcio internacional, sostiene que el hidrógeno cambia la química del aire y, por esa vía, amplifica el impacto de otros gases que sí atrapan calor, en especial el metano.

El punto central es indirecto: el hidrógeno no “encierra” calor como el dióxido de carbono o el metano, pero compite por los llamados “detergentes” atmosféricos, compuestos que ayudan a degradar contaminantes. Cuando sube el H₂, esos reactivos se consumen más rápido y el metano puede permanecer más tiempo en la atmósfera. Con una vida más larga, el metano sostiene su efecto de calentamiento por más tiempo, y ese arrastre termina sumando temperatura.

En el trabajo, el científico de la Universidad de Stanford Rob Jackson explicó el problema desde el punto de vista operativo de la industria y la infraestructura. “El hidrógeno es la molécula más pequeña del mundo y se escapa fácilmente de tuberías, instalaciones de producción y lugares de almacenamiento. La mejor manera de reducir el calentamiento causado por el hidrógeno es evitar fugas y reducir las emisiones de metano, que se descompone en hidrógeno en la atmósfera”, afirmó.

En términos comparativos, los autores señalan que el hidrógeno puede generar un calentamiento “equivalente” más rápido que el CO₂ si se lo mira por su efecto indirecto a lo largo del tiempo. El estudio indica que, por las reacciones químicas que dispara, el H₂ calienta indirectamente alrededor de 11 veces más que el dióxido de carbono en un horizonte de 100 años, y cerca de 37 veces más en los primeros 20 años posteriores a su liberación. La explicación se apoya en química atmosférica, no en absorción directa de radiación.

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El profesor Zutao Ouyang, también autor del estudio, resumió el mecanismo con una frase directa. “Más hidrógeno implica menos detergentes en la atmósfera, lo que provoca que el metano persista más tiempo y, por lo tanto, caliente el clima durante más tiempo”, sostuvo. El trabajo agrega que parte del hidrógeno presente se vincula a la propia degradación del metano, lo que crea un circuito en el que ambos gases quedan conectados en la dinámica atmosférica.

El estudio describe que una porción importante del hidrógeno atmosférico se “limpia” en el suelo, donde bacterias lo absorben como fuente de energía. Aun así, los investigadores señalan que queda una fracción suficiente como para modificar la composición química del aire y contribuir a reacciones que pueden generar ozono y vapor de agua en capas altas, además de efectos sobre la formación de nubes, un área donde todavía se acumulan preguntas y se piden mediciones adicionales.

En el análisis de tendencias, los autores ubican el incremento sostenido del hidrógeno en las últimas décadas y señalan un peso relevante de las actividades humanas en el período reciente. Entre las fuentes mencionadas aparecen pérdidas en cadenas industriales vinculadas al hidrógeno y procesos asociados a la agricultura, mientras que el metano, proveniente de combustibles fósiles, ganadería y basurales, aparece como un origen central del H₂ una vez que se oxida en la atmósfera.

La estimación climática del trabajo busca ponerle número a un fenómeno que suele quedar fuera del debate público. Según los resultados, el aumento del hidrógeno atmosférico en la última década analizada aporta un calentamiento adicional del orden de 0,02 °C, una cifra chica en apariencia, pero relevante en el contexto de una crisis climática donde cada centésima cuenta. La investigación plantea que ese aporte se acumuló por la combinación de emisiones directas y el vínculo con el metano.

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Lejos de discutir el uso del hidrógeno como alternativa energética en sí mismo, el estudio pone el foco en una condición para que esa transición reduzca el impacto climático: minimizar fugas a lo largo de la cadena y, al mismo tiempo, bajar emisiones de metano. En esa línea, Jackson pidió más conocimiento del ciclo global del hidrógeno y lo resumió con una advertencia orientada a políticas públicas y control industrial: “Necesitamos una comprensión más profunda del ciclo global del hidrógeno y su relación con el calentamiento global para impulsar una economía del hidrógeno sostenible y respetuosa con el clima”.