


El papa Francisco falleció con tan solo 100 dólares a su nombre. Lejos de la ostentación, el pontífice argentino mantuvo una vida de austeridad hasta el final. Su legado espiritual eclipsa por completo cualquier cuenta bancaria.
El Santo Padre no cobraba un salario por su rol. A diferencia de otros miembros del clero, su servicio era considerado puramente espiritual. La Santa Sede se encargaba de cubrir todos sus gastos personales y operativos.
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Durante su pontificado, Francisco eligió vivir con humildad. Desde su llegada al Vaticano rechazó los lujos que ofrecía el Palacio Apostólico. Prefirió instalarse en la modesta Casa Santa Marta, como cualquier sacerdote.
La información fue difundida por el sitio Celebrity Net Worth. En su informe señalaron que el patrimonio total del Papa era de 100 dólares al momento de su muerte. Para muchos, el dato no resultó sorprendente.
Francisco había dado muestras constantes de su estilo sencillo. Mantuvo su cruz pectoral de hierro, la misma que usaba desde 1998. También viajó en autos comunes y priorizó el contacto con la gente por sobre los protocolos.
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El papa siempre predicó con el ejemplo. Rechazó privilegios, bajó gastos y simplificó su estilo de vida. No solo predicó la austeridad, la vivió a diario.
Su testamento también reflejó esa coherencia. Allí pidió ser enterrado sin lujos ni honores excesivos. El documento reveló detalles precisos de su deseo final.
Francisco eligió ser sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor. Una capilla mariana, discreta y profundamente simbólica. Mostró una vez más su devoción por la Virgen.
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“El sepulcro debe estar en la tierra; sencillo, sin decoración particular”, escribió. También pidió una inscripción modesta: “Franciscus”. Nada más que eso.
La nave lateral de la basílica será su lugar de descanso eterno. Estará ubicada entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza. La elección no fue casual: ambas están cargadas de simbolismo litúrgico y personal.
Fuente: El Patagónico







