Trump quiere reabrir Alcatraz como símbolo de ley y orden

Actualidad08/05/2025Sergio BustosSergio Bustos
alcatraz
La mítica cárcel de Alcatraz.

Donald Trump anunció que busca reabrir la prisión de Alcatraz como cárcel federal. El expresidente publicó el domingo en su red Truth Social que quiere convertir la isla en un “símbolo de la Ley, el Orden y la JUSTICIA”, recuperando su antiguo uso penitenciario.

La prisión cerró hace más de seis décadas por altos costos y deterioro estructural. Desde entonces, funciona como parque nacional y recibe más de un millón de turistas por año. La iniciativa de Trump despertó reacciones encontradas.

Alcatraz funcionó entre 1934 y 1963 como una penitenciaría federal de máxima seguridad. Recibió a algunos de los prisioneros más peligrosos de la historia estadounidense. Entre ellos estuvieron Al Capone, George “Machine Gun” Kelly y James “Whitey” Bulger.

Trump reconoció luego que fue “solo una idea” que pensó en un contexto político tenso. Mientras jueces federales debaten cómo garantizar derechos a migrantes deportados, el expresidente propuso Alcatraz como gesto firme de autoridad estatal.

La cárcel, ubicada en una isla frente a San Francisco, fue considerada una prisión de “último recurso”. Sus muros, rodeados por las frías aguas del Pacífico, impidieron la fuga de la mayoría de los internos. Ningún escape fue registrado como exitoso.


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La historia de Alcatraz incluye 14 intentos de fuga por parte de 36 reclusos. El más famoso ocurrió en 1962, cuando Frank Morris y los hermanos Anglin desaparecieron tras cavar túneles, fabricar cabezas falsas y construir una balsa de impermeables.

El FBI no logró recuperar sus cuerpos ni confirmar su destino. Aunque se presume que se ahogaron, el caso se mantiene abierto por falta de pruebas concluyentes. La fuga fue inmortalizada en la película Escape from Alcatraz, con Clint Eastwood.

Robert Stroud fue otro de los presos más notorios. Apodado “el Hombre Pájaro de Alcatraz”, crió canarios y estudió enfermedades de aves durante su tiempo en prisión. También fabricó alcohol en su celda con materiales de laboratorio.

Stroud fue trasladado a Alcatraz en 1942 y no pudo seguir con su afición por las aves. Vivió en confinamiento solitario hasta su traslado en 1959. Murió en otro penal, pero su figura sigue ligada al mito de la isla.

Durante sus años operativos, Alcatraz alojó a un promedio de 260 a 275 reclusos. Todos eran considerados inadaptables o riesgos de fuga. Recibían únicamente comida, ropa, cama y atención médica. Los demás beneficios se obtenían por buena conducta.

El cierre se decidió por razones económicas. Según la Oficina Federal de Prisiones, Alcatraz costaba casi tres veces más que cualquier otra penitenciaría federal. El aire salino del mar dañaba las estructuras y los costos de reparación eran millonarios.

El cierre oficial se concretó en 1963. Desde entonces, la isla pasó a manos del Servicio de Parques Nacionales y fue convertida en destino turístico. En 1986 fue declarada Monumento Histórico Nacional.


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En 1969, activistas indígenas ocuparon la isla durante 19 meses. Reclamaron el territorio bajo el Tratado de Fort Laramie. El hecho marcó un hito en la lucha de los pueblos originarios de Estados Unidos por el reconocimiento de sus derechos.

La idea de Trump implica revertir ese proceso histórico. Convertir nuevamente a la Roca en una prisión federal requeriría inversiones millonarias, cambios legales y una fuerte oposición política.

La congresista Nancy Pelosi rechazó la propuesta con dureza. Dijo que “la idea no es seria” y recordó que Alcatraz es hoy un parque nacional valioso para California. “No tiene sentido retroceder”, afirmó.

Expertos en seguridad carcelaria también expresaron dudas. Señalaron que los sistemas penales modernos priorizan rehabilitación y derechos humanos. Alcatraz fue símbolo de castigo extremo en su tiempo, pero hoy resulta incompatible con esos estándares.

El secretario del Interior podría quitar la categoría de Monumento Nacional. Para eso, debería argumentar que la isla ya no cumple con los criterios históricos o ha perdido sus atributos originales. Hasta el momento no se inició ese proceso.

Reabrir Alcatraz exigiría desalojar toda la infraestructura turística. Los paseos, visitas guiadas y actividades educativas deberían cancelarse. El impacto económico sobre San Francisco sería inmediato.

Trump no presentó un plan técnico ni presupuesto estimado. La propuesta aparece más como gesto electoral que como proyecto real. Fue anunciada en medio de su campaña de retorno a la presidencia.


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Algunos sectores conservadores apoyaron la idea. Consideran que un símbolo como Alcatraz puede enviar un mensaje fuerte contra el crimen. Ven con buenos ojos su reapertura en tiempos de debate sobre migración y seguridad.

Los defensores del parque nacional advierten sobre los riesgos. La isla ofrece empleo, educación y memoria histórica. Transformarla otra vez en prisión sería perder un patrimonio cultural.

La propuesta reabrió discusiones sobre el sistema carcelario estadounidense. ¿Es posible volver al modelo de máxima seguridad extremo? ¿O la sociedad debe apuntar a penas más humanas y efectivas?

La historia de Alcatraz alimenta la fantasía penal estadounidense. Su aislamiento, sus fugas y sus presos famosos construyeron un mito. Pero el mito no siempre es una buena guía para la política pública.

Donald Trump suele utilizar símbolos fuertes en sus campañas. El muro con México, la bandera, el ejército y ahora una cárcel abandonada con pasado oscuro. Su discurso siempre apunta al impacto emocional.

La isla de Alcatraz representa algo más que una prisión. Resume parte de la historia militar, penal y social de Estados Unidos. Su reapertura implicaría resignificar todo eso.

La bahía de San Francisco ya se posicionó en contra. El turismo, las asociaciones culturales y las autoridades locales defienden el uso actual. El Estado de California no ve con buenos ojos el regreso del castigo simbólico.

Los visitantes que recorren la isla cada día buscan conocer su historia, no revivirla. Los pasillos vacíos, las celdas cerradas y las fotos antiguas hablan de un tiempo que ya pasó.

La propuesta de Trump desafía esa lectura. Quiere devolverle a Alcatraz su condición de cárcel, como emblema de firmeza y castigo. Pero el país ya no es el mismo.

Mientras tanto, la Roca resiste. Recibe turistas, educa, conmueve. No encierra a nadie. No castiga. Solo recuerda. Ese valor también importa.

   

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