

Adolescencia en pantalla: la serie de Netflix que obliga a mirar lo que no queremos ver
PODCASTS Radio Francia Internacional05/06/2025

Según el podcast En Primera Plana de Radio Francia Internacional, la serie Adolescencia de Netflix logró conmover a padres, terapeutas y educadores por igual. La ficción retrata con realismo una etapa que suele subestimarse en los medios y malinterpretarse desde los discursos adultos. Las emociones, decisiones y soledades de los jóvenes se presentan con intensidad, sin atajos narrativos ni moralejas prefabricadas.


La adolescencia no es un problema a resolver, sino una realidad que hay que escuchar. Así lo plantean las psicólogas Alice Freund y Ariadna Cancio, quienes sostienen que los adolescentes de 2025 se mueven en un mundo fragmentado, hiperconectado y exigente. La exposición permanente a redes sociales genera nuevos códigos, miedos y búsquedas de identidad.
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La empresaria social Sarah Gogel y el periodista Jorge Sánchez advierten que los adolescentes crean hoy sus propias narrativas desde plataformas como Webtoon o Discord. Ya no esperan que los adultos les expliquen el mundo: lo producen por sí mismos, con sus reglas y referencias. La serie de Netflix pone ese mundo en primer plano, incomodando al espectador con escenas que no buscan agradar.
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Las primeras veces marcan y duelen, pero también construyen. La primera ruptura, la primera exposición, el primer cuestionamiento interno generan heridas que forman parte del crecimiento psíquico, según explicó Freund. Esas experiencias, antes ritualizadas por la cultura, hoy se viven entre pantallas y silencios familiares.
“Cuidamos tanto de la fuera, pero nunca preguntamos qué hace adentro de su cuarto”, dice un personaje de la serie, resumido por Cancio como el dilema de la paternidad contemporánea. Los adultos se revelan como analfabetos digitales frente al universo simbólico de sus hijos. Esa brecha dificulta el diálogo y amplía el margen de incomprensión.
La soledad no deseada crece y afecta incluso a quienes viven rodeados de estímulos digitales. Kafka ya lo había narrado en 1915: un adolescente convertido en insecto, ignorado por su familia. Hoy, esa desconexión persiste aunque los dispositivos estén encendidos y las redes activas las 24 horas.
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En este contexto, los referentes adolescentes ya no son solo familiares o docentes, sino también activistas, streamers y personajes ficticios. Según Gogel y Sánchez, figuras como Greta Thunberg conviven con influencers y creadores de contenido que forman parte del tejido emocional de las nuevas generaciones.
La serie Adolescencia plantea sin filtros la violencia latente en hogares “normales” y el peso de las expectativas. Muestra cómo el control no garantiza seguridad y cómo lo invisible puede convertirse en tragedia. El protagonista oculta secretos detrás de una puerta cerrada, como miles de jóvenes en todo el mundo.
Las nuevas masculinidades también están en tensión. El miedo a perder poder y el rechazo a la igualdad generan actitudes que reflejan inseguridad y necesidad de validación. Freund apunta que muchos adolescentes varones reproducen actitudes machistas como defensa frente a los cambios culturales.
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Educar no es imponer modelos, sino acompañar procesos. Gogel propone fomentar debates entre pares y construir referencias desde espacios diversos, no solo escolares. La adolescencia no tolera imposiciones, pero acepta con interés los diálogos auténticos.
Las historietas también son herramienta. Sánchez recomienda novelas gráficas como Morir, comer o La temporada de las rosas, que narran experiencias reales con una estética cercana y directa. El lenguaje visual resulta más accesible y expresivo que las charlas moralizantes.
Los roles tradicionales se disuelven y la identidad se vuelve fluida. Ariadna Cancio destaca que hoy hay familias diversas y jóvenes que no se identifican con un solo género o estructura. Esa diversidad obliga a pensar la adolescencia más allá de los viejos esquemas binarios.
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El fútbol femenino, las carreras técnicas, la sexualidad diversa y las nuevas formas de habitar los vínculos forman parte de esta etapa. La adolescencia ya no busca definirse con etiquetas fijas, sino con experiencias compartidas, aunque efímeras. Esa variabilidad puede confundir a los adultos, pero no debería alarmarlos.
La ficción, el arte y las redes generan espacios de expresión donde la angustia se transforma en relato. Lo importante es que esos relatos no queden encerrados, sino que puedan compartirse, resignificarse y acompañarse. La serie Adolescencia es solo una puerta, pero una puerta abierta.
Aceptar la adolescencia como un mundo legítimo implica dejar de mirarla como un problema a corregir. Los adultos no deben temer al espejo que les devuelven sus hijos, sino animarse a mirarlo de frente. El verdadero conflicto empieza cuando se niega esa mirada.
Material publicado por gentileza Radio Francia Internacional









