Aseguran que la Atlántida es un mito sin pruebas arqueológicas

Actualidad06/06/2025Sergio BustosSergio Bustos
atlantida
¿La Atlántida es un mito?

La Atlántida despierta una fascinación que atraviesa los siglos. Desde que Platón la mencionó en sus diálogos Timeo y Critias, la idea de una civilización poderosa y avanzada que desapareció tras una catástrofe ha capturado la imaginación colectiva. Sin embargo, ningún otro autor antiguo, ni griego ni romano, se refirió a esta supuesta isla, lo que pone en duda su existencia como hecho histórico. Platón fue el único en relatarla, lo cual ya representa una gran señal de advertencia para los investigadores.

El filósofo griego describe a la Atlántida como una potencia militar y tecnológica. Narra que fue castigada por los dioses debido a su corrupción moral, lo que resultó en su hundimiento. Pero al analizar sus textos en el contexto en que fueron escritos, los arqueólogos e historiadores coinciden en que no tienen valor como fuente documental. El objetivo de Platón era construir un ejemplo filosófico, no registrar un hecho real. Su intención era oponer a la Atlántida con la Atenas ideal que él defendía.

La fecha en que sitúa a la Atlántida también resulta sospechosa. Propone que esta civilización existió nueve mil años antes de su tiempo, lo cual, desde el punto de vista arqueológico, es insostenible. No había sociedades complejas ni escritura ni arquitectura avanzada en esa época. La arqueología ha demostrado que las civilizaciones comenzaron a organizarse mucho más tarde.

Los estudios realizados en los últimos dos siglos desmienten con claridad el relato platónico. Diversas expediciones han intentado ubicar a la Atlántida en diferentes regiones del planeta. Se ha sugerido que pudo haber estado en el Mediterráneo, cerca de las islas Azores, o incluso en América, pero ninguna de estas teorías ha podido probarse. No se ha encontrado ninguna ruina, inscripción ni objeto que avale la existencia de una civilización atlante.

Algunos han intentado relacionarla con la cultura minoica de Creta, destruida parcialmente por la erupción del volcán Thera. Sin embargo, los detalles ofrecidos por Platón no coinciden con la sociedad minoica. Tampoco con Tartessos, un asentamiento mitológico del suroeste ibérico. Lo mismo ocurre con las teorías que relacionan la Atlántida con los mayas o los aztecas. No hay puentes históricos, lingüísticos ni arqueológicos que unan estas civilizaciones con la ficción platónica.


OTRAS NOTICIAS

Carteles mexicanos (Foto: Reuters/Luisa González)Alertan que carteles mexicanos y grupos iraníes ya operan en Argentina

La arqueología moderna dispone de herramientas científicas precisas para datar restos antiguos. El análisis del carbono 14, los estudios geológicos y los registros de ocupación humana permiten descartar la existencia de una Atlántida como la imaginó Platón. Cada hallazgo ha sido interpretado dentro de contextos históricos conocidos, sin necesidad de apelar a un continente perdido.

Incluso las estructuras submarinas que algunos presentan como prueba no resisten el análisis científico. En la mayoría de los casos se trata de formaciones geológicas naturales. En otros, son construcciones de culturas conocidas. Ninguna encaja con las dimensiones ni con las características que describe Platón.

El relato de la Atlántida está plagado de símbolos y metáforas. Platón no pretendía escribir historia, sino enseñar lecciones morales. La corrupción, la soberbia y la decadencia de los atlantes contrastan con los valores de justicia y equilibrio que él atribuía a Atenas. La historia de la Atlántida es una advertencia sobre el poder sin control.

El mito fue rescatado en el siglo XIX por autores como Ignatius Donnelly. Este escritor popularizó la idea de que la Atlántida era la cuna de todas las civilizaciones. Su teoría, sin ninguna base científica, generó una ola de literatura especulativa. Desde entonces, miles de libros, documentales y películas repiten la historia sin considerar la evidencia arqueológica.

A pesar de que la comunidad científica ha desacreditado estas hipótesis, muchas personas siguen creyendo en la Atlántida. Esto se debe, en parte, a la atracción que generan los relatos misteriosos. También influye la explotación comercial de estas historias, que se presentan como reales para atraer audiencia.

La cultura popular ha contribuido a mantener el mito vigente. Novelas, películas, videojuegos y hasta teorías conspirativas ayudan a difundir una visión falsa de la historia. La Atlántida aparece en la saga de Indiana Jones, en Aquaman y en múltiples obras de ciencia ficción. Esta repetición refuerza la idea de que pudo haber existido.

La educación y el pensamiento crítico son herramientas fundamentales para desmontar estos relatos. Enseñar cómo trabaja la arqueología y cómo se construye el conocimiento histórico permite evitar que la ficción se confunda con la realidad. No todo lo antiguo es verdadero. Y no todo lo que parece profundo tiene fundamento.


OTRAS NOTICIAS

Rayentray PirámidesPuerto Pirámides inaugura un nuevo hotel y trabaja por el turismo con conciencia ambiental

El caso de la Atlántida demuestra cómo una ficción bien escrita puede adquirir carácter de verdad. Platón, sin proponérselo, generó uno de los mitos más persistentes de la historia. Su alegoría filosófica fue tomada literalmente por generaciones posteriores.

En la actualidad, no existe ninguna evidencia física que permita sostener que la Atlántida fue real. Las excavaciones realizadas en todo el mundo no han encontrado huellas que coincidan con su descripción. Ningún documento, inscripción o mapa antiguo menciona esa isla más allá de lo escrito por Platón.

Las civilizaciones reales han dejado rastros claros de su existencia. Egipto, Mesopotamia, China o América precolombina cuentan con pirámides, tablillas, ruinas y relatos diversos. Su historia puede reconstruirse con datos. No hace falta inventar otra.

La persistencia del mito puede explicarse por una combinación de deseo y desinformación. Algunas personas buscan un pasado glorioso oculto. Otras simplemente repiten ideas que escucharon sin verificar su veracidad. Las redes sociales amplifican estas creencias.

Los medios de comunicación tienen un rol importante en este fenómeno. Algunos presentan la Atlántida como un enigma sin resolver, aunque los hechos digan lo contrario. El formato “misterio sin resolver” atrae lectores, pero no contribuye al conocimiento.

La pseudociencia también ha tenido un papel negativo. Autores sin formación académica han mezclado astrología, esoterismo y geología en libros que presentan como investigaciones serias. Esta confusión perjudica la comprensión del pasado.

La arqueología, como ciencia, trabaja con pruebas. No acepta suposiciones sin sustento. No basta con que una historia sea atractiva para que sea cierta. Requiere métodos, evidencias y revisión constante.

En el caso de la Atlántida, no hay indicios que resistan ese escrutinio. Los lugares propuestos no coinciden con la descripción. Las fechas no cuadran. Y no existen otras fuentes independientes que la mencionen.

La comunidad académica es clara en su postura. La Atlántida es una alegoría, no un hecho. No se puede enseñar su existencia como si fuera historia real. Su valor está en la filosofía, no en la arqueología.


OTRAS NOTICIAS

Indiana tomó ventaja en las Finales de la NBA ante Oklahoma (Foto: @NBALatam)Indiana venció a Oklahoma con un doble agónico y tomó ventaja en las Finales de la NBA

El relato es útil para reflexionar sobre la política, la ética y el poder. Como texto literario, tiene una riqueza que va más allá de su veracidad. Pero no puede usarse como fuente de información sobre el pasado.

A pesar de esto, muchos grupos siguen promoviendo su existencia. Algunos por ignorancia, otros por interés económico. La Atlántida es un producto rentable. Pero eso no la vuelve verdadera.

El pensamiento mágico se cuela donde falta educación científica. Por eso es fundamental fortalecer la enseñanza de historia basada en fuentes. Evitar que la imaginación suplante la realidad.

Cada generación vuelve a preguntarse si existió la Atlántida. La respuesta, desde la ciencia, sigue siendo la misma: no. Lo que existió fue una gran idea de Platón. Pero no una isla perdida.

Los investigadores deben explicar con claridad sus hallazgos. Comunicar que no hay misterio, sino una construcción filosófica. El relato dice más sobre los griegos que sobre la geografía del pasado.

El interés en mitos como la Atlántida muestra nuestra necesidad de narrativas poderosas. Queremos creer en civilizaciones ocultas, castigos divinos y secretos ancestrales. Pero el conocimiento humano avanza cuando se basa en pruebas.

Valorar las culturas reales es más útil que perseguir mitos. Las civilizaciones que dejaron su huella merecen ser estudiadas con rigor. La Atlántida, en cambio, pertenece a los estantes de la ficción.

La arqueología no necesita leyendas para ser fascinante. Cada descubrimiento verdadero aporta al conocimiento de la humanidad. El pasado real es más sorprendente que cualquier mito.

Te puede interesar

Suscribite al newsletter de #LA17