

Murió Clark Olofsson, el criminal que sembró terror y dio nombre al síndrome de Estocolmo
Actualidad27/06/2025


“Sven, es sólo en la pierna”, dijo Kristin Ehnmark mientras un asaltante apuntaba a su compañero de encierro. Esa frase desconcertante se volvió el símbolo de un secuestro que sacudió a Suecia y al mundo.


Clark Olofsson murió esta semana a los 78 años. Su nombre está atado para siempre a uno de los crímenes más impactantes de Europa, pero sobre todo a un fenómeno psicológico que todavía hoy divide aguas en la comunidad científica: el síndrome de Estocolmo.
Todo comenzó un soleado 23 de agosto de 1973. Jan-Erik Olsson, prófugo de la justicia, ingresó al Kreditbanken de Estocolmo con un arma y una amenaza clara: quería dinero, un vehículo para huir y la liberación de un viejo cómplice.
Ese cómplice era Clark Olofsson, un joven delincuente con fama de peligroso, ya había escapado dos veces de prisión y había sido vinculado al asesinato de un policía. Increíblemente, la policía accedió a su pedido y lo trajo al banco.
Una vez dentro, Olofsson se convirtió en el inesperado protagonista de una historia que cambió el modo en que entendemos los secuestros. Encerraron a los rehenes con los dos asaltantes en la bóveda, en una tensión que se extendió durante seis días.
Afuera, el país miraba con angustia. Adentro, los rehenes experimentaban un miedo paralizante. Kristin, entonces de 22 años, relató años más tarde: “Sentía que todo podía explotar en cualquier momento. No sabíamos si saldríamos vivos.”
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En medio del encierro, Olsson disparó a Sven en la pierna para demostrar que iba en serio. Fue entonces que Kristin reaccionó de forma que nadie esperaba: no gritó, no lloró. Dijo: 'Sven, es sólo en la pierna'.
Aquel gesto, junto a otros, hizo que muchos empezaran a preguntarse: ¿por qué los rehenes parecían más cercanos a sus captores que a la policía? Kristin llegó a decir por teléfono que “confiaba más en ellos que en las autoridades”.
La llamada al entonces primer ministro Olof Palme dejó atónito al país. Kristin le reprochó su falta de acción. Él le respondió con una frase estremecedora: 'Tal vez usted tenga que morir'. Kristin colgó con el alma helada.
Finalmente, tras casi una semana, la policía irrumpió en el banco con gases lacrimógenos. Pero antes de rendirse, los captores les ataron sogas al cuello a los rehenes y amenazaron con matarlos si intentaban escapar. Fue un final al borde del abismo.
Nadie murió, pero lo que siguió fue una larga discusión sobre el comportamiento de los rehenes. El psiquiatra Nils Bejerot acuñó entonces un término nuevo: “síndrome de Norrmalmstorg”, que luego derivó en “síndrome de Estocolmo”.
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La teoría era simple, pero inquietante: los rehenes habrían desarrollado un vínculo afectivo con sus captores como una forma de supervivencia psicológica. El concepto se popularizó de inmediato, pero también generó críticas.
Con los años, muchos expertos pusieron en duda la validez de ese diagnóstico. El FBI estimó que en casos similares, el riesgo de muerte en un operativo policial es del 79%. ¿Era extraño, entonces, que los rehenes desconfiaran de la policía?
Kristin pasó años en silencio. La etiquetaron con un trastorno sin haberla escuchado. “Sentía que había hecho algo malo”, dijo. Nadie la abrazó, nadie la contuvo. Solo la juzgaron.
“Hablaron de ella sin hablar con ella”, denunció el psicólogo Allan Wade. Para él, el síndrome sirvió para ocultar errores del operativo y reducir la experiencia de las víctimas a una patología.
Incluso el psiquiatra Frank Ochberg, uno de los que definieron el síndrome, reconoció después que los casos reales eran raros y difíciles de probar. De hecho, el trastorno ni siquiera figura en los manuales psiquiátricos oficiales.
Clark Olofsson murió esta semana, pero la historia que protagonizó sigue viva. No solo por la espectacularidad del secuestro, sino por lo que nos obligó a preguntarnos sobre el miedo, la empatía y los límites del juicio social.
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La duda persiste: ¿realmente los rehenes se “enamoraron” de sus captores? ¿O simplemente hicieron lo necesario para sobrevivir mientras el mundo afuera discutía en lugar de ayudarlos?








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