

Detectores de monóxido de carbono: cómo es el pequeño aparato que puede salvar vidas
Actualidad03/07/2025


En medio de la ola de frío, la tragedia volvió a instalar la urgencia de incorporar medidas simples para prevenir intoxicaciones. Una familia entera murió esta semana en Villa Devoto, y la hipótesis principal apunta a la presencia de monóxido de carbono. En ese contexto, muchos comienzan a preguntarse cómo funcionan los dispositivos que alertan sobre este gas que no se puede ver ni oler.

El monóxido de carbono es un gas tóxico que se genera por la combustión incompleta de materiales como gas, leña o carbón. Al no tener olor, ni color ni sabor, puede acumularse sin que las personas lo perciban. En Argentina, cada año mueren unas 200 personas por intoxicación y más de 4.000 deben ser atendidas en centros de salud por la misma causa.
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Los detectores de monóxido funcionan como una primera barrera para evitar ese tipo de muertes. Son dispositivos pequeños y accesibles, que se instalan sin mayores complicaciones y que emiten una alarma sonora si el gas alcanza niveles peligrosos en un ambiente cerrado. Algunos modelos incluso permiten detectar también fugas de gas natural.
Hay versiones para todos los presupuestos y necesidades. Desde los portátiles, que funcionan con pilas y duran varios años, hasta los más sofisticados, como el Google Nest Protect, que se conecta por Wi-Fi y permite monitoreo desde el celular. “No requieren instalación profesional y pueden colocarse en cocinas, dormitorios o cualquier ambiente con calefacción a gas”, explican desde Protección Civil.
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Uno de los modelos más utilizados mide la concentración del gas y activa su alarma según el tiempo de exposición. A los 50 ppm lo hace entre los 60 y 90 minutos; a los 100 ppm entre 10 y 40 minutos; y a los 300 ppm en menos de tres minutos. “La alerta sonora permite evacuar a tiempo y evitar síntomas como mareos, náuseas o pérdida de conocimiento”, señalan especialistas.
El modelo PG-21D, comercializado por MetroGAS, es un ejemplo de solución dual. Detecta tanto monóxido como gas natural, tiene una alarma lumínica y sonora, y puede instalarse directamente en una caja de luz. “Algunos dispositivos incluyen luces de advertencia y botones de prueba que permiten comprobar su funcionamiento con facilidad”.
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Es importante ubicar bien el detector para que sea efectivo. Se recomienda colocarlo a no más de 30 centímetros del techo, y a por lo menos 1,8 metros de distancia de cualquier artefacto a gas. También se aconseja no cubrirlo con cortinas ni muebles, y evitar instalarlo en exteriores o en lugares con corrientes de aire.
La instalación suele ser sencilla y no lleva más que unos minutos. Una vez enchufado o activado, se enciende una luz verde que indica su funcionamiento normal. “Revisar el estado de las pilas o el enchufe y hacer pruebas periódicas forma parte del buen uso del dispositivo”, remarcan desde el sector de seguridad doméstica.
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Con el invierno en curso y las temperaturas en descenso, el uso de estos detectores puede marcar la diferencia. Las estadísticas muestran que la mayoría de los casos fatales ocurren en hogares cerrados con calefacción defectuosa o sin ventilación. Equiparse con un detector confiable no es una inversión menor: puede significar salvar una vida.









