
Milei fuerza un peso fuerte sin reformas y la tensión con gobernadores agrava el riesgo inflacionario
Política16/07/2025

El dólar sube, el cepo no afloja y las reformas siguen estancadas. En ese escenario, el Gobierno insiste con un peso fuerte sin respaldo estructural. Mientras tanto, la tensión con los gobernadores limita cualquier posibilidad de acuerdos políticos y económicos.
Desde que Luis Caputo lanzó su célebre frase —“si el dólar está barato, comprá campeón”—, el mercado cambiario entró en alerta. El tipo de cambio se mueve dentro de la banda, pero no hay libertad plena para comprar dólares.
El cepo sobre las empresas sigue intacto. Las utilidades acumuladas —más de 10 mil millones de dólares— no pueden girarse al exterior. El BCRA propone un Bopreal y limita opciones con normativas que superan las 200 páginas.
Tampoco hay acceso libre por vías alternativas. Las regulaciones del Banco Central y la CNV impiden operar por contado con liquidación si el destino es enviar dividendos afuera. Ni hablar del mercado de futuros, donde el BCRA interviene a diario para contener la cotización.
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Todo indica que el tipo de cambio argentino no flota libremente. Es flotación sucia. Se ajusta, se interviene y se regula, sin un rumbo transparente. El precio del dólar, lejos de ser de mercado, es un número administrado.
El aumento del tipo de cambio no se explica solo por la aprobación de leyes en el Senado. La escalada ya venía en marcha y se agravó con el enfrentamiento político. Cada cruce entre Milei y los gobernadores aleja las reformas y refuerza la incertidumbre.
El Gobierno busca llegar a octubre con una inflación cercana al 1% mensual. Pero el salto del dólar encarece insumos importados y golpea al IPC. En ese contexto, la meta inflacionaria se vuelve cada vez más difícil.
Aunque Milei logre una buena elección en octubre, no alcanzará mayorías propias. En Diputados no pone nada en juego. En el Senado, incluso con triunfos en todas las provincias clave, llegaría a 22 bancas: apenas un tercio del recinto.
Sin acuerdos con otras fuerzas, no hay forma de avanzar en reformas laborales, impositivas ni previsionales. Mucho menos con los gobernadores en pie de guerra. El oficialismo podrá celebrar bancas nuevas, pero no leyes nuevas.
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“Un peso fuerte es el resultado de reglas claras, no de imposiciones sin respaldo”, advierten economistas del mercado. Hoy el Gobierno invierte el orden lógico: fuerza una moneda apreciada en medio de trabas, sin consensos y con riesgo de aislamiento.
El resultado: menos inversión, más presión sobre empresas, pérdida de empleo o continuidad del cepo. Un cóctel que debilita la economía real mientras se sostiene el relato del orden monetario.
Tras las elecciones, el FMI exigirá menos intervención, más reservas y salida del cepo. Nada de eso parece viable si el Gobierno mantiene su lógica de choque con las provincias.
La salida requiere acuerdos políticos. Sin eso, la flotación sucia seguirá, el dólar seguirá en alza y la inflación también. No hay magia: sin reformas, no hay estabilidad posible.





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