
La morosidad en créditos y tarjetas supera el 5% y amenaza con seguir subiendo
Actualidad30/08/2025
REDACCIÓN
La suba de las tasas de interés ya impacta en los pagos de tarjetas de crédito y préstamos personales, donde la morosidad superó el 5% y sigue en ascenso. La situación preocupa al sistema financiero y a los hogares que dependen de estos instrumentos para sostener el consumo.


En mayo, los atrasos en tarjetas treparon al 4,2%, más del doble del nivel registrado un año antes, y en préstamos personales alcanzaron el 5,6%. Según fuentes bancarias consultadas, la tendencia no se detuvo en los últimos meses y anticipa mayores complicaciones hacia fin de año.
El salto en la mora aparece luego de un período de expansión del crédito al consumo, que se expresó tanto en el uso de tarjetas como en la demanda de préstamos personales. La falta de acompañamiento de los salarios frente a la inflación profundizó el descalce entre ingresos y deudas.
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Las tasas nominales anuales para financiar saldos de tarjetas rondan entre 76% y 90%, pero con impuestos y gastos administrativos el costo financiero total supera ampliamente el 100%. En los préstamos personales, la carga es todavía mayor: un crédito a cuatro años para un cliente con buen historial puede implicar un CFT de más del 140%.
La presión impositiva empeora el cuadro. Al interés se le suman IVA e Ingresos Brutos, lo que encarece aún más las cuotas que afrontan las familias. En la práctica, cada punto adicional de tasa implica un peso extra imposible de trasladar a otro sector.
El riesgo mayor lo enfrentan quienes solo pagan el mínimo de la tarjeta, ya que la deuda puede multiplicarse en pocos meses y extenderse durante años. Con intereses que duplican o triplican el capital original, el endeudamiento se transforma en una bola de nieve difícil de detener.
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Los bancos remarcan que no todos los clientes están expuestos del mismo modo. Quienes cuentan con ingresos estables y buen historial acceden a condiciones menos gravosas, mientras que los trabajadores con sueldos inestables o atrasos previos sufren el impacto más fuerte.
La morosidad refleja no solo el peso del costo financiero, sino también la pérdida del poder adquisitivo real. Con más de la mitad de la población bancarizada, las familias dependen de créditos cada vez más caros para mantener el consumo corriente.
Las proyecciones privadas señalan que la mora seguirá en aumento en lo que resta del año. El mantenimiento de tasas altas para contener el dólar deja a los hogares en un dilema: endeudarse se volvió un riesgo mayor y no una opción accesible.
Fuente: NA.




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