
Empresarios buscan reactivar la planta Río Salado: “No le tengo miedo al esfuerzo, le tengo miedo a la indiferencia”
Actualidad11/10/2025
Sergio Bustos
En medio de un escenario económico adverso para el sector pesquero, el empresario Edgardo Corvalán comenzó gestiones para reactivar la planta procesadora Río Salado, una infraestructura que marcó la historia industrial de San Antonio Oeste y que lleva años paralizada. Su plan combina inversión privada, acuerdos comerciales y un reclamo directo a las autoridades: acompañar con decisión política.


“La planta Río Salado es un modelo, y me embarqué en esto porque sé lo que significa para muchas familias de la localidad”, expresó Corvalán, quien también fue legislador provincial. Su objetivo es devolverle actividad a un espacio que, según remarcó, “no puede seguir cerrado mientras tantas personas esperan trabajo”.
Con una larga trayectoria en la industria pesquera, Corvalán aseguró que cuenta con inversores privados dispuestos a realizar una inversión significativa para reabrir la planta. “Vine con gente que confía en mí, que apuesta a este proyecto y que no entiende cómo una planta modelo puede estar cerrada. Es una locura que algo con tanto potencial esté abandonado. Queremos recuperar Río Salado y generar empleo, con una mirada sostenible y moderna”, afirmó.
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La propuesta avanza en paralelo a las gestiones administrativas. “Se está esperando la resolución del síndico, pero ya hay compromisos preliminares que permitirían avanzar con la reapertura”, explicó. Admitió que el predio sufrió deterioro y vandalismo en los años de inactividad. “Hay problemas con la luz, el agua, y hay que reacondicionar toda la planta. Lamentablemente, hubo ingresos indebidos y destrozos, aunque por suerte no se llevaron las máquinas principales. De todas formas, estamos pidiendo colaboración a las autoridades para garantizar la seguridad y evitar que vuelva a suceder”, detalló.
Corvalán no desconoce el contexto difícil que atraviesa la pesca. “Tenemos una situación de crisis en todo el sector pesquero. Pero a veces, en estas circunstancias difíciles, es cuando hay que tomar decisiones valientes”, sostuvo. Su estrategia apunta a diversificar el aprovisionamiento y no depender exclusivamente del Golfo San Matías. “No contamos con el golfo, ojalá se llene de pescado algún día. Pero nuestro plan no depende de eso. Estamos apostando a un esquema de provisión desde otras provincias patagónicas, con acuerdos firmados que nos permiten traer pescado de zonas donde hay disponibilidad y a costos más competitivos”, explicó.
Uno de los ejes del proyecto será aprovechar la próxima temporada de langostino en Chubut, con acuerdos comerciales en marcha para procesar parte de la captura en San Antonio. “Tenemos que salir de este barullo con hechos, no con palabras. Es un proceso que se inicia con intenciones, pero estamos dando los primeros pasos concretos”, remarcó.
La planta, según el empresario, puede generar decenas de puestos de trabajo directos y muchos más indirectos. Por eso insiste en que el apoyo estatal debe traducirse en gestión, no en subsidios. “No vengo a pedir excepciones ni favores, sino que se agilicen los mecanismos administrativos para poder reactivar una fuente laboral que está parada. Vamos a poner los recursos que hagan falta, con una administración transparente y un enfoque en la producción”, aseguró.
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Corvalán subrayó que la reactivación no es solo un objetivo económico, sino social. “Sé que la gente está esperando que esto se reactive. Me lo dicen todos los días. Y yo también tengo fe en que lo vamos a lograr. Pero hay que hacerlo bien, con responsabilidad, con diálogo y con trabajo”, expresó.
Para cerrar, dejó una frase que resume su postura: “No le tengo miedo al esfuerzo. Le tengo miedo a la indiferencia. Porque cuando se deja caer algo tan importante como esta planta, lo que se pierde no es solo una fuente laboral, sino parte de la esperanza de un pueblo. Y eso es lo que quiero recuperar”.
















