

Borges ya es un género editorial en la Argentina.


Es, también, un personaje que vuelve renovado, igual o distinto, en cadare escritura que de él se hace, como el Martín Fierro.
Patricio Zunini, en estos últimos años, evocó su sombra terrible en dos libros: “Borges en la biblioteca”, obra en la que recorre las formas en las que este se construye como “El gran lector y El escritor”, más allá de la literatura; y el más reciente “Borges enamorado”.

Si bien este último lo despachó en unos dos años, el primero de los nombrados le llevó nada menos que diez componerlo. El nervio central es, como lo dice más o menos claramente el título: el Borges de la Biblioteca. Pero no solo el de la Nacional. También el de la más modesta Miguel Cané, de la cual míticamente lo desplazaron para convertirlo en inspector de aves y corrales durante lo que él llamó La Tiranía, refiriéndose al primer peronismo.
Desde este núcleo, el libro se ramifica en otros vericuetos de la vida de Borges, cuya historia oficial tiene tanta ficción como su obra. Por ejemplo, en esto de lo del inspector de aves y corrales.
Porque el Borges que nos muestra Zunini es un hombre consciente de la construcción de su propio halo. Un estratega a veces feroz para cementar el camino de su fama. Esto, sin desmedro de su enorme obra que nos tendrá
fascinados por decenas de años.
Una construcción de la que no está exenta su relación con otros escritores (¿casi se bate a duelo con Lugones?, por ejemplo); su familia; sus compañeros de trabajo; su conexión con el edificio de la calle México y con el de la actual Biblioteca Nacional; y su relación con las mujeres de las cuales se enamoró, que Zunini profundizará en la segunda entrega mencionada.

Me animo a decir que “Borges en la biblioteca” tiene la tensión de una buena novela policial, con un tono que es a la vez iconoclasta y a la vez admirativo.
En “Borges enamorado” este tono cambia. En él, como dijimos y bien marca el título, Zunini se mete en las relaciones amorosas de Borges. No por morbo, cholulismo o afán vouyer, sino por la conexión que estas tuvieron con su literatura, muchas veces jugando un rol fundamental. Porque Borges, más allá de su consumación o no (más bien parece que no), vivió intensamente la experiencia amorosa, de la misma manera que vivía la experiencia literaria.
Es natural, entonces, que sus pasiones se cruzaran. Como en el de la biblioteca, Zunini derriba algunos mitos. Sobre todo uno: el que levantó Estela Canto, al que le baja un poco el tono, por no decir el precio que queda mal.
A través de cartas, testimonios, recuerdos, sucesos y anécdotas poco difundidos, el autor reconstruye un Borges vulnerable, con contradicciones y deseos que no han sido atendidos en otros estudios, iluminando un costado desconocido de nuestro mayor escritor, sin caer en el sensacionalismo ni en giladas.

Como decía al comienzo, Borges ya es un género editorial en la Argentina. Un género al que personalmente abono con gran entusiasmo, y que sigue dando tela para cortar cuando el sastre es bueno.
Patricio Zunini nació en Buenos Aires en 1974. Escribe regularmente sobre temas de cultura, educación y literatura en Infobae. Ha colaborado con medios nacionales y del extranjero; además fue columnista de literatura en Radio del Plata y Radio Cultura. Fue coordinador general de la Fundación Filba. Además de los ya citados, tiene media docena de libros publicados, entre ellos “Fogwill. Una memoria coral” (Mansalva, 2014) y “Qué es un escritor. 100 preguntas sobre literatura argentina” (Pánico el Pánico, 2018).

















