CHINA BAJO EL MAR: INVESTIGACIÓN, PODER Y SILENCIO PROFUNDO

China avanza con una estación submarina a 1.900 metros de profundidad. La base científica busca estudiar el océano, pero también marcar territorio.

Actualidad23/03/2025Sergio BustosSergio Bustos
china profunda
China busca profundidad.

China quiere conquistar el fondo del mar. El gobierno inició la construcción de una estación submarina pionera en el Mar de China Meridional.

La estructura operará a casi dos kilómetros de profundidad. Alojará hasta seis científicos. Resistirá presiones extremas. Funcionará sin luz ni contacto con la superficie.

El objetivo declarado es investigar la vida marina y explorar recursos. Pero el interés real incluye geopolítica, energía y control estratégico del lecho marino.

La estación estará lista en 2030. Incluirá sistemas de soporte vital. Permitirá misiones de un mes. Formará parte de una red con observatorios y submarinos automáticos.

También se vinculará con el buque de perforación Meng Xiang. La nave puede perforar hasta 11.000 metros. Busca alcanzar el manto terrestre por primera vez.

El proyecto no solo emociona a científicos. También preocupa a gobiernos vecinos y analistas militares. El mar elegido está en disputa desde hace décadas.

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Japón ya había ensayado algo similar en los años 70. Pero nunca logró este nivel de profundidad ni esta combinación de objetivos.

“China quiere extraer conocimiento, recursos y poder”, resumió un informe de Oceanographic. El plan incluye hidratos de metano, reservas clave para el futuro energético.

El cálculo indica 70.000 millones de toneladas. Eso equivale a la mitad del gas y petróleo que China posee actualmente. Una cifra inmensa.

La instalación trabajará con sensores para detectar filtraciones de hidrocarburos y movimientos tectónicos. También probará nuevas formas de energía submarina.

“La ciencia puede usarse como excusa para posicionamiento geopolítico”, alertó un artículo de Popular Mechanics.

La base marcará presencia permanente. La zona es reclamada por Filipinas, Vietnam y Malasia. La comunidad internacional mira con cautela.

Críticos advierten que el proyecto podría justificar una presencia militar extendida en el área. China evita confirmar o negar ese plan.

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La base sumergida se presenta como una estación científica. Pero también refuerza una lógica de soberanía submarina. No se trata solo de biología.

El diseño incorpora sistemas de comunicación con superficie, laboratorios de análisis y plataformas de acoplamiento para drones sumergibles.

Yin Jianping, del Instituto de Oceanología chino, confirmó que la estructura ya se encuentra en fase avanzada de desarrollo.

El Meng Xiang, buque clave del proyecto, cuenta con tecnología inédita. Tiene 179 metros de eslora, nueve laboratorios y capacidad para 180 personas.

Puede operar durante 120 días sin reabastecimiento. Su sistema de posicionamiento DP-3 permite perforar sin desvíos. Resiste mares violentos y mantiene precisión.

El buque también posee una plataforma hidráulica única. Extrae petróleo y rocas del manto terrestre. Supera los modelos de EE.UU. y Japón.

China busca alcanzar la discontinuidad de Mohorovičić. Esa capa separa la corteza del manto. Ningún país lo logró. El Meng Xiang es la apuesta más firme.

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“Revelar el manto cambiaría nuestra visión del planeta”, afirman geólogos. Pero el riesgo técnico sigue alto. El sistema de circulación de lodo aún no está listo.

Ese componente es vital para evitar el colapso del pozo. Sin él, las perforaciones a más de 10.000 metros no pueden comenzar.

La ciencia, una vez más, aparece entre la curiosidad y el poder. La frontera ya no es la superficie. Ahora se disputa el silencio del fondo marino.

Oceanographic alertó que la región “no soporta más tensiones”. Popular Mechanics agregó que “una base submarina puede sonar pacífica, pero consolidar dominio”.

La investigación avanza. Pero también lo hace el control. La línea entre exploración y ocupación nunca fue tan delgada. Ni tan profunda.

China apuesta al conocimiento, pero también a la permanencia. El fondo del mar se vuelve el nuevo escenario del poder global.

   

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