Flybondi no repunta: “Lo barato sale caro”

Flybondi no repunta ni con pasajes en promoción. La aerolínea atraviesa una crisis profunda y suma quejas por cancelaciones. El público responde con desconfianza.

Actualidad26/03/2025Sergio BustosSergio Bustos
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Flybondi no repunta.

Flybondi atraviesa un momento crítico. Ni las promociones con grandes descuentos logran recuperar la confianza de los pasajeros. La aerolínea opera con pérdidas millonarias y un patrimonio neto negativo.

Lanzó la campaña FlySale para ofrecer pasajes baratos en rutas nacionales. Hay tramos a menos de 25 mil pesos. Los precios incluyen impuestos y se mantienen hasta noviembre de 2025. Pero el público ya no reacciona igual.

Las promociones ya no alcanzan para sostener la imagen. El problema no está en el precio, sino en la experiencia. Los usuarios advierten que los vuelos se cancelan o reprograman con frecuencia. A veces ocurre a minutos del embarque.

La frase que más se repite en redes sociales es clara: lo barato sale caro. Flybondi no escapa a ese veredicto. La confianza del pasajero se quebró. La expectativa ya no se sostiene con descuentos.

La compañía intenta seguir el modelo de JetSmart. Su competidora directa aumentó su flota, sumó rutas internacionales y mejoró sus indicadores. Mientras tanto, Flybondi no logra despegar. Los números rojos siguen creciendo.

JetSmart anunció un nuevo destino en Brasil. La nueva ruta saldrá desde Argentina y comenzará a operar en julio. La información se difundió por el sitio Urgente24. El contraste entre ambas empresas se hace evidente.

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Flybondi intenta mantener la operación mientras busca inversores. Según Aviacionenargentina.com.ar, la empresa pretende cotizar en la bolsa de Nueva York. No encontró compradores, pero apuesta a conseguir capital mediante acciones.

El panorama financiero es adverso. Las pérdidas operativas continúan. El patrimonio negativo refleja una situación alarmante. Pero el mayor daño ocurre en otro plano: el vínculo con el pasajero.

La imagen de la empresa se deteriora día a día. En redes sociales circulan quejas, capturas de pantalla, testimonios. La incertidumbre es el sentimiento común. Muchos ya no confían en poder llegar a destino con esa aerolínea.

Las críticas no solo apuntan a las demoras. También hay reclamos por la atención al cliente, la falta de información y el trato durante las reprogramaciones. Algunos pasajeros relatan haber pasado horas varados sin explicaciones.

El Estado intervino con multas por irregularidades. Pero los problemas continúan. Las sanciones no generaron mejoras en el servicio. El eco entre los usuarios sigue siendo de frustración y desconfianza.

Flybondi ofrece pasajes desde Buenos Aires a Córdoba por $22.000. A Mendoza por $25.000. A El Calafate y Ushuaia por menos de $52.000. Los valores son finales, por tramo. Pero la demanda no acompaña como antes.

Los precios bajos ya no alcanzan para convencer. El historial de problemas pesa más que el número en la pantalla. Muchos prefieren pagar más y evitar el riesgo de no llegar.

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La estrategia comercial repite fórmulas pasadas. Promociones masivas, descuentos por tiempo limitado, pasajes sin equipaje incluido. Pero el contexto cambió. El público ya aprendió de las experiencias anteriores.

El modelo low cost enfrenta un límite. No alcanza con tarifas atractivas si el servicio no es confiable. Las aerolíneas deben garantizar previsibilidad. Sin eso, las promociones se vuelven papel pintado.

Flybondi logró captar mercado en sus primeros años. Fue pionera en rutas cortas con bajos costos. Pero la falta de previsibilidad terminó afectando su reputación. Hoy los números reflejan esa caída.

Las redes sociales amplifican el malestar. Cada cancelación se vuelve viral. Cada error se transforma en contenido compartido. El impacto en la imagen es inmediato. El control de daños parece estar fuera de alcance.

La empresa no respondió de forma clara a las críticas. Tampoco ofreció compensaciones generalizadas. La ausencia de una política visible agrava la desconfianza. Los pasajeros sienten que viajan a ciegas.

El contraste con JetSmart es contundente. Mientras una crece, la otra se estanca. Una suma rutas, la otra acumula quejas. Ambas compiten en el mismo mercado, pero con respuestas distintas a la coyuntura.

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Flybondi apunta a sostener operaciones con inversión externa. La apuesta por Wall Street busca oxígeno financiero. Pero eso no resuelve el problema de base: la credibilidad perdida.

Los usuarios repiten una advertencia: el precio no justifica el riesgo. La ecuación cambió. El gasto en tiempo y el estrés por la incertidumbre pesan más que el descuento inicial.

El temor a quedar varado ya forma parte del cálculo. Los pasajeros lo incluyen en su decisión. La marca Flybondi dejó de transmitir seguridad. Eso tiene un costo que no se soluciona con campañas.

La temporada baja no trajo alivio. La empresa esperaba captar viajeros internos con nuevas ofertas. Pero las cifras no reflejan un repunte. La respuesta del público sigue tibia.

Las aerolíneas necesitan más que promociones para sostenerse. Necesitan confianza, previsibilidad y servicio. En el caso de Flybondi, la recuperación no llegará solo con rebajas.

El futuro de la low cost amarilla es incierto. Los descuentos ya no son noticia. Las quejas sí. El mercado aéreo argentino mira con atención cada movimiento.

Flybondi intenta sobrevivir en un entorno que ya no perdona errores. La próxima decisión será clave. Las rutas, los aviones, los números. Pero también la relación con su base de pasajeros. Sin ellos, no hay vuelo posible.

   

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