

Una presa puede mover montañas. Y también el eje del mundo. Así de impactante es el efecto que produjo la colosal estructura china sobre el río Yangtsé. Su nombre suena grandilocuente y lo es: Tres Gargantas, una obra tan descomunal que logró alterar la rotación de la Tierra.

Según informes de la NASA, el embalse almacena más de 39.000 millones de metros cúbicos de agua. Es decir, una masa mayor que la de toda la población humana combinada. Esa cantidad, concentrada en un solo punto, provocó un desplazamiento de dos centímetros en el eje terrestre.
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Parece insignificante. Pero no lo es. La duración del día se alargó en 0,06 microsegundos. Un cambio casi imperceptible, pero que confirma cómo las construcciones humanas también modifican el pulso del planeta.
No es la primera vez que ocurre. El tsunami del Océano Índico en 2004 provocó el efecto inverso: acortó los días en 2,68 microsegundos. Lo explicó el geofísico Benjamin Fong Chao: “Cuanto más lejos se ubica una masa del eje de rotación, más lento gira la Tierra”.
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La presa no solo representa una proeza técnica. También simboliza un punto de quiebre ambiental, social y geofísico. Desde su última ampliación, triplicó su capacidad y se convirtió en la infraestructura más costosa del planeta.
Genera 300.000 millones de kilovatios/hora al año. Mejora el transporte. Reduce la dependencia energética. Pero también obligó a desplazarse a 1,3 millones de personas y dejó una huella ecológica difícil de borrar.
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Ahora, con este nuevo dato, se suma una alerta silenciosa: una obra humana logró cambiar el ritmo de la Tierra.
Fuente: DW en español









