
Un estudio público hecho en Estados Unidos analiza instalar buques de guerra en Malvinas
Actualidad25/06/2025

Una publicación del Center for Maritime Strategy reabrió un viejo conflicto con nuevas formas, al plantear que Estados Unidos podría establecer una presencia naval permanente en las Islas Malvinas. El análisis, firmado por Michael D. Purzycki, sugiere que el Atlántico Sur podría adquirir un rol estratégico en el actual mapa de tensiones geopolíticas globales, especialmente ante el avance de China y Rusia en regiones consideradas periféricas por las potencias occidentales.

El texto no representa una decisión oficial, pero generó preguntas diplomáticas por el tono directo y la propuesta concreta de instalar buques de guerra estadounidenses en una zona todavía reclamada por Argentina, que considera al archipiélago bajo ocupación británica desde 1833. Según el autor, los barcos permitirían “disuadir agresiones” y “responder con rapidez a crisis en otras zonas como el Golfo Pérsico o el Mar Rojo”, sin depender de rutas más extensas desde el hemisferio norte.
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La iniciativa aparece en un contexto donde el Atlántico Sur empieza a recuperar atención por parte de los centros de estrategia internacional, debido a su cercanía con pasos marítimos clave y al crecimiento de proyectos chinos en puertos, bases y cables submarinos. “El Atlántico Norte ya no concentra todos los focos, el sur puede generar nuevas fricciones”, señala el artículo, que además menciona la Guerra de Malvinas de 1982 como el último conflicto armado en esa región.
Argentina, Brasil, Sudáfrica y otros países del hemisferio sur mantienen relaciones militares con potencias globales y participan de ejercicios conjuntos o intercambios técnicos, lo que complica la lectura unívoca de alianzas. En el caso argentino, la Constitución Nacional establece el reclamo soberano sobre las Islas Malvinas como política de Estado. Cualquier movimiento de tropas extranjeras en esa zona activa una respuesta institucional inmediata, aunque se trate de documentos de análisis sin efectos concretos.
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El Reino Unido mantiene presencia militar activa en el archipiélago desde hace décadas, con una base y capacidad de respuesta aérea, lo que convierte a las islas en un punto sensible para cualquier actor que busque insertarse allí. La posibilidad de sumar otra potencia al esquema defensivo actual no solo generaría tensión con Argentina, sino también con países que promueven acuerdos regionales de desmilitarización, como el Tratado de Tlatelolco.
China ya cuenta con inversiones portuarias e infraestructura satelital en América del Sur, mientras Rusia intensificó vínculos con sectores militares en Brasil y Venezuela, lo que configura un escenario de competencia indirecta por influencia en la región. Estados Unidos analiza el Atlántico Sur con una lógica de disuasión similar a la que aplica en el Pacífico, aunque con menos bases propias y mayor dependencia de aliados locales, lo que refuerza el interés por asegurar puntos de apoyo.
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En el plano político argentino, la propuesta fue rechazada por referentes de distintos espacios, que remarcaron la soberanía nacional sobre las islas y la necesidad de rechazar cualquier ampliación de presencia extranjera, especialmente de potencias ajenas al continente. En Cancillería siguen de cerca el impacto de estas publicaciones y se espera una posición oficial si el tema escala en la agenda internacional, algo que podría ocurrir si el artículo es retomado por voceros del Pentágono o el Departamento de Estado.
La mirada militar estadounidense parece ampliarse a zonas donde antes no existía despliegue operativo, como el extremo sur del continente, y eso obliga a redefinir mapas de influencia que ya no se limitan al hemisferio norte. Malvinas vuelve a figurar en análisis globales como una disputa bilateral, y como espacio geoestratégico para terceros países, un cambio que podría modificar la agenda regional en defensa y soberanía.
Fuente: Escenariomundial









