
El diagnóstico que inquieta al mercado: por qué la Argentina no está lista para copiar a Brasil
Política30/11/2025
REDACCIÓN
El análisis de los economistas Marina Dal Poggetto y Sebastián Menescaldi puso en el centro de la escena la estrategia oficial para sumar reservas sin tensionar el proceso de desinflación. Ambos sostienen que el plan pretende apoyarse en la cuenta capital, pero remarcan que el país arrastra fragilidades que limitan su efectividad, una lectura que contrasta con el entusiasmo del Gobierno por replicar modelos aplicados en Australia o en Brasil. Desde su visión, los flujos financieros no pueden interpretarse aislados del panorama político, del historial de contratos quebrados y del carácter volátil del capital internacional que enfrenta la Argentina.


En su texto, los economistas aclaran que “los dólares de la cuenta corriente y los de la cuenta capital son iguales. Pero la historia nos condena”, frase que condensa su preocupación por el intento de avanzar hacia un esquema que en otros países funciona, aunque bajo reglas y contextos muy distintos. La crítica apunta a que Argentina busca valerse de ese mecanismo “en un país sin reservas que lleva años sin remunerar el ahorro en términos reales”, con un mercado financiero todavía frágil y una dinámica política atravesada por fuertes tensiones.
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Desde la consultora Eco Go enfatizan que el desafío mayor es la consistencia temporal: mientras el Tesoro encara pagos inminentes —como los cupones de enero— y la autoridad económica recurre a regulaciones para sostener el programa financiero en pesos, la capacidad de atraer capitales de largo plazo sigue condicionada por la falta de confianza estructural. A su vez, el Gobierno aspira a refinanciar deuda, normalizar el mercado doméstico y recuperar el acceso al crédito global, pero esa combinación requiere estabilidad sostenida, un punto que el informe considera aún distante.
El artículo de Dal Poggetto y Menescaldi revisa los casos de Brasil y Australia, países que lograron acumular reservas a partir de la cuenta capital durante largos períodos sin desembocar en crisis de balanza de pagos. Sin embargo, advierten que la comparación puede resultar engañosa si se omiten diferencias claves en materia cambiaria, financiera e institucional, elementos que permitieron a esas economías moverse sin sobresaltos en escenarios de déficit externo.
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Uno de los contrastes más marcados es el del tipo de cambio real. En Brasil, la acumulación de reservas comenzó en 2006 con una moneda apreciada cerca del 30% respecto de 1998. Esa paridad permitió que el Banco Central comprara más de 300.000 millones de dólares incluso en medio de la crisis global de 2008, sin generar presiones de precios. Argentina, en cambio, transita una corrección nominal con un peso debilitado y sin colchón para absorber shocks externos, un matiz que modifica por completo el resultado esperado.
También sobresale el comportamiento de las tasas. Brasil operó durante décadas con intereses reales consistentemente positivos, lo que otorgó atractivo al ahorro interno y evitó fugas abruptas. En contraste, la tasa de política monetaria argentina se ubica muy por debajo de la inflación, un escenario que desalienta el ahorro en pesos y debilita la capacidad del Banco Central de sostener una estrategia de acumulación vía capital.
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Otro punto central del informe es la independencia del Banco Central. En Brasil, la autonomía se mantuvo intacta por más de tres décadas, un pilar que permitió preservar la inflación bajo control y construir credibilidad. Aquí, el panorama fiscal y monetario deja poco margen: los intereses no registrados representan alrededor del 3,3% del PBI, cifra que supera ampliamente los intereses reconocidos. Para Eco Go, esta diferencia revela un cuadro que dificulta replicar modelos externos sin modificaciones más profundas en el ancla fiscal.
Los economistas también resaltan la calidad del déficit externo. En Brasil, una parte significativa surge de utilidades y pagos de intereses del sector privado, mientras que la inversión extranjera directa reinvierte buena parte de sus ganancias. En la Argentina, el contexto es otro: la inversión aún no logra consolidar ciclos largos, lo que reduce la capacidad de sostener flujos positivos por la vía de la cuenta capital.
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En su lectura, la expansión del crédito también fue decisiva. En Brasil, el financiamiento al sector privado saltó del 28% al 55% del PBI durante los años de mayor acumulación de reservas, acompañado por cajas de ahorro que remuneraban por encima de la inflación. Esa dinámica alimentó un círculo virtuoso entre ahorro, crédito y estabilidad. Argentina, en cambio, parte de un sistema financiero pequeño, donde el crédito productivo y el ahorro genuino están lejos de representar una fuente sostenida de respaldo.
Para Eco Go, la discusión no es si Argentina debe o no recurrir a la cuenta capital, sino en qué condiciones y con qué grado de realismo se puede esperar un resultado parecido al de economías estables. La consultora advierte que el Gobierno apuesta a un escenario de ingresos financieros sostenidos, pero esa estrategia requiere reglas previsibles, estabilidad política y solidez fiscal, elementos que hoy se encuentran en proceso de construcción.
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El análisis concluye con una advertencia: confiar exclusivamente en la cuenta capital para acumular reservas implica asumir que los flujos llegarán, permanecerán y serán suficientes para cubrir la brecha externa, algo que —señalan— ningún país logra sin instituciones fuertes, tasas reales positivas y un Banco Central con credibilidad consolidada. En un contexto global donde el capital se mueve con rapidez, la prudencia aparece como el punto de partida para cualquier estrategia.
Fuente: NA.






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